El Abrazo de la Familia



En un colorido vecindario donde los pajaritos cantaban y las flores bailaban con el viento, vivía una familia muy especial: la familia Gómez. Estaba compuesta por Papá, Mamá, su hijo Juanito y su perrito, Toby. Siempre estaban juntos en las buenas y en las malas, y eso los hacía muy felices.

Un día, Juanito y Toby salieron a jugar al parque. Mientras corrían y reían, encontraron un hermoso árbol con un tronco robusto y frondosas ramas que parecían caricias del cielo.

"¡Mira, Toby! ¡Ese árbol es gigante! ¿Te imaginas treparlo y ver todo desde arriba?" - dijo Juanito emocionado.

Toby movía la cola, como si también quisiera conocer el mundo desde las nubes. Juanito decidió que iba a trepar para ver qué había del otro lado del parque. Así que, con un poco de esfuerzo, empezó a escalar. Pero, de repente, un fuerte viento comenzó a soplar y lo hizo perder el equilibrio.

"¡Ay, ay! ¡No puedo!" - gritó Juanito.

Toby, al verlo caer, ladró con preocupación. Pero justo entonces apareció su Papá, que estaba cerca de picnic con la familia.

"¡Juanito! ¡Aguanta!" - clamó Papá corriendo hacia él.

Papá llegó justo a tiempo y, con sus fuertes brazos, lo ayudó a bajar del árbol.

"Gracias, Papá. Creí que iba a caer, pero vos estuviste ahí para ayudarme" - dijo Juanito aliviado.

Ese día, al regresar a casa, Juanito se dio cuenta de algo importante.) He aprendido que en la familia, siempre nos ayudamos.

Los días pasaron, y un fin de semana decidieron hacer un picnic en el parque con una manta llena de sándwiches, frutas y, por supuesto, galletitas. Esta vez, Juanito no trepó al árbol; prefería disfrutar con su familia.

Mientras comían, escucharon un lamento. Al mirar alrededor, vieron a una pequeña niña sentada sola, con lágrimas en los ojos.

"¿Qué te pasa?" - le preguntó Mamá.

"No tengo con quién jugar... mis amigos no vinieron..." - respondió la niña.

Juanito miró a sus papás y luego a la niña.

"¡Oye! ¿Querés unirte a nuestro picnic? Podés jugar con nosotros!" - le dijo sonriendo.

La niña, sorprendida, secó sus lágrimas y sonrió por primera vez.

"¡Sí, por favor!" - exclamó, acercándose.

Entonces, la familia Gómez la invitó a compartir todo lo que habían traído. Jugando con ella, Juanito sintió que con cada risa compartida, su corazón se llenaba más y más.

"Esto es genial. La familia se puede extender a los amigos también, ¿verdad?" - dijo Juanito mientras organizaban un juego de pelota.

La familia Gómez disfrutó tanto la compañía de la niña, que decidieron invitarla a sus juegos durante toda la tarde. Al final del día, mientras se despedían, Juanito le dijo:

"Me alegra haberte conocido. Siempre es mejor jugar y reír en compañía".

"Gracias, Juanito. ¡Eres un gran amigo!" - respondió la niña emocionada.

Esa noche, mientras cenaban todos juntos, Juanito reflexionó.

"Hoy entendí que el amor de la familia no solo se siente entre nosotros, sino que también puede incluir a quienes están solos. A veces, un pequeño gesto de amor puede hacer que una persona se sienta parte de una gran familia".

Sus papás sonrieron, orgullosos de su hijo y su gran corazón. Y así, el amor de la familia Gómez creció un poquito más grande, para incluir a una nueva amiga.

Desde ese día, Juanito, Toby y la nueva niña, cuya nombre era Sofía, se hicieron inseparables. Juntos descubrieron que el amor y la amistad no tienen límites, y que cada instántene cuentan.

Y así, la familia Gómez, siempre lista para ayudar, nunca dejó de expandir su amor y compartirlo con todos. La vida en su hogar era un eterno abrazo, lleno de risas, juegos y mucho, pero mucho amor.

FIN.

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