El Abrazo de la Luz
Era una noche oscura en la que Milagros se encontraba caminando sola por una calle solitaria. Una inquietud extraña se apoderó de ella, pero antes de poder reaccionar, sintió una presencia detrás de ella. Asustada, se giró rápidamente, solo para encontrar a un misterioso personaje parado frente a ella. Antes de que pudiera decir una palabra, el extraño extendió sus brazos en un gesto amigable. Milagros, a pesar de estar desconcertada, sintió una extraña calidez emanando de aquel ser y, sin pensarlo, corrió a abrazarlo.
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- ¿Quién eres? -preguntó Milagros con timidez.
- Soy Lumín, el guardián de la luz -respondió el extraño con una sonrisa cálida.-
Lumín le explicó a Milagros que su inquietud provenía del miedo a lo desconocido y de la oscuridad que había dejado entrar en su corazón. Le explicó que cada uno de nosotros tiene la capacidad de encontrar la luz dentro de nosotros mismos, y que debemos recordar que siempre hay esperanza, incluso en los momentos más oscuros.
Lumín y Milagros emprendieron juntos un viaje mágico a través de paisajes luminosos y desafíos inesperados. En su travesía, Milagros aprendió a superar sus miedos, a confiar en su intuición y a irradiar luz allá donde iba.
Finalmente, llegaron a un prado resplandeciente donde brillaban cristales de luz en cada rincón. Lumín le hizo entrega a Milagros de un pequeño cristal brillante, simbolizando la luz que ella había encontrado dentro de sí misma. Con una sonrisa radiante, Milagros entendió que siempre llevaría consigo la luz que necesitaba para iluminar su camino.
De regreso a su mundo, Milagros compartió con todos la enseñanza de Lumín y el valioso regalo que recibió. A partir de ese día, su inquietud se desvaneció, pues llevaba consigo la luz que la guiaba y protegía en todo momento, recordándole que la esperanza y la valentía siempre están dentro de cada uno.
FIN.