El abrazo de los amigos
Había dos ositos llamados Oso y Osito. Eran mejores amigos que siempre jugaban juntos en el hermoso bosque. Un día, mientras jugaban al escondite, Oso se cayó y se raspó la rodilla. Osito, que estaba cerca, corrió a ayudarlo.
"¡Oso, ¿estás bien? !" - exclamó Osito preocupado.
Oso, mientras se limpiaba la lágrima que se le escapaba, dijo:
"Me duele un poco, pero estaré bien. No te preocupes, Osito."
Osito, sin pensarlo dos veces, lo abrazó con fuerza. Ese abrazo reconfortante le dio a Oso la energía que necesitaba.
"Gracias, Osito. Me siento feliz contigo" - dijo Oso, tratando de sonreír.
Al día siguiente, decidieron explorar una parte del bosque que nunca habían visto. Era un lugar misterioso, lleno de árboles altos y flores que nunca habían olfateado. Sin embargo, después de un rato, Osito se distrajo con una mariposa hermosa y, sin darse cuenta, se alejó de Oso.
Cuando Osito quiso regresar, se dio cuenta de que no sabía cómo volver.
"Oso, ¿dónde estás?" - llamó Osito, pero todo lo que escuchó fue el eco de su propia voz.
Mientras tanto, Oso estaba buscando a su amigo.
"Osito, ¡te necesito!" - decía Oso inquieto mientras recorría el bosque. Intentó recordar el camino, pero todo parecía diferente.
Al caer la tarde, Oso decidió que tenía que hacer algo. Miró a su alrededor y vio un grupo de ardillas.
"¡Hola ardillas! ¿Han visto a mi amigo? Se llama Osito y es... pequeño y animal" - preguntó Oso.
Las ardillas movieron sus cabezas.
"Lo vimos cerca de las flores": respondió una ardilla.
Siguió el consejo de las ardillas y corrió hacia el campo de flores. Allí encontró a Osito sentado con los ojos llorosos.
"Osito, ¡te encontré! ¿Por qué estás triste?" - preguntó Oso al acercarse.
"Me perdí y no sabía cómo volver..." - respondió Osito con un susurro.
Oso lo abrazó nuevamente,
"No te preocupes, siempre estoy aquí para ayudarte. ¡Vamos a regresar juntos!"
Ambos empezaron a caminar y Oso, que se había hecho amigo de otras criaturas del bosque, decidió preguntarles el camino de vuelta.
"¡Hola, ciervo! ¿Nos puedes ayudar a encontrar el camino a casa?" - preguntaron juntos.
El ciervo, con su amable sonrisa, les dijo:
"Claro, sigan el camino del sol, es el más fácil. No se pierdan de vista el uno al otro, ok?"
Con el consejo del ciervo, Oso y Osito decidieron mantener un ritmo firme y, de a ratos, se daban la mano para saber que no se estaban alejando el uno del otro. Finalmente, llegaron a un claro familiar.
"¡Mirá, estamos cerca de nuestra casa!" - exclamó Osito emocionado.
Cuando entraron a su rincón del bosque, se dieron cuenta de que habían aprendido dos cosas importantes:
"Siempre es bueno pedir ayuda cuando nos perdemos" - dijo Oso.
"Y también que contar con un buen amigo hace que los problemas sean más fáciles de resolver" - concluyó Osito, dándole un abrazo nuevamente.
Desde ese día, Oso y Osito cuidaron siempre de no separarse, incluso cuando jugaban, y cada aventura se convirtió en una hermosa lección sobre la amistad y la confianza.
FIN.