El abrazo de los árboles



Había una vez, en una bonita finca rodeada de prados verdes y flores de colores, un viejo olivo y un elegante pino. Ambos árboles eran muy amigos y siempre se cuidaban mutuamente.

Un día, mientras disfrutaban del suave viento que acariciaba sus hojas, el olivo decidió contarle al pino una historia especial. El pino se emocionó mucho y se acomodó para escuchar atentamente.

"Querido amigo pino", comenzó el olivo con voz tranquila, "quiero contarte la historia de cómo aprendí a valorar lo que tengo". El pino asintió entusiasmado y el olivo continuó:"Hace muchos años, cuando era joven como tú, vivía cerca de un arroyo cristalino.

Todos los días veía pasar a las personas que venían a bañarse o a buscar agua fresca. Yo soñaba con ser tan útil como aquel arroyo. "El pino miraba al viejo olivo con admiración mientras este seguía hablando:"Un día llegaron unos leñadores y comenzaron a cortar todos los árboles del bosque.

Yo temblé de miedo pensando que también me tocaba desaparecer. "El pino apretó sus ramas en señal de preocupación.

"Pero entonces", continuó el olivo sonriendo, "uno de los leñadores me miró detenidamente y dijo: "Este viejo olivo no nos sirve para hacer leña". Y así fue como me salvé". El pino quedó sorprendido por la historia del olivo y preguntó curioso:"¿Y qué pasó después?"El olivo suspiró y respondió:"Me quedé solo en medio de un campo desolado.

Me sentía triste y abandonado, pero poco a poco fui comprendiendo que mi verdadero propósito era dar sombra y refugio a los animales del campo". El pino escuchaba con atención, maravillado por la sabiduría del viejo olivo.

"Aprendí a valorar lo que tenía", continuó el olivo. "Comprendí que no importa si soy útil para unos o no, lo importante es encontrar mi propio camino y ser feliz siendo yo mismo".

El pino reflexionó sobre las palabras del olivo y dijo emocionado:"Amigo olivo, gracias por compartir tu historia conmigo. Me has enseñado una gran lección: valorar lo que tengo y aceptarme tal como soy". Ambos árboles se abrazaron con sus ramas, sintiendo la amistad y el amor entre ellos.

Desde aquel día, el viejo olivo y el elegante pino vivieron felices en la bonita finca. Comprendieron que cada árbol tiene su propia belleza y propósito en este mundo, sin importar lo diferentes que sean.

Y así, juntos crecieron hasta convertirse en dos majestuosos árboles que inspiraban a todos los demás con su amistad sincera y su capacidad de aceptarse mutuamente. Fin.

FIN.

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