El abrazo de los recuerdos


Había una vez un niño llamado Juan Carlos, quien era muy extrovertido y siempre estaba lleno de energía. Sin embargo, algo triste había sucedido en su vida: había perdido a su padre.

Desde ese momento, Juan Carlos comenzó a comportarse de manera grosera con sus maestros y compañeros de clase. Un día, la maestra del colegio de Juan Carlos, la Señorita Laura, decidió hablar con él para entender por qué se comportaba así.

"Juan Carlos, ¿puedo hablar contigo un momento?"- preguntó la Señorita Laura amablemente. "¿Qué quieres ahora?"- respondió Juan Carlos con tono desafiante.

La Señorita Laura se mantuvo tranquila y le dijo: "Me he dado cuenta de que últimamente te has vuelto grosero con tus compañeros y también conmigo. Me preocupa saber que algo te está afectando. ¿Puedes contarme qué es lo que está pasando?"Juan Carlos bajó la mirada y sus ojos se llenaron de lágrimas.

"Extraño mucho a mi papá", murmuró en voz baja. La Señorita Laura comprendió el dolor que Juan Carlos estaba sintiendo y le dijo: "Lamento mucho tu pérdida, Juan Carlos.

A veces las emociones pueden ser abrumadoras y nos hacen actuar de maneras que no queremos. ¿Te gustaría hablar sobre tu papá? Tal vez podamos encontrar formas positivas para recordarlo juntos".

Juan Carlos asintió tímidamente y comenzó a contarle a la Señorita Laura historias divertidas sobre su padre: cómo jugaban al fútbol los domingos por la mañana, cómo se reían juntos viendo películas de comedia y cómo su papá siempre le daba consejos sabios. La Señorita Laura sonrió y dijo: "Tu papá parece haber sido una persona maravillosa.

¿Sabes qué? Podemos hacer algo especial para recordarlo en el colegio. ¿Te gustaría que organicemos un torneo de fútbol en su honor?"Los ojos de Juan Carlos se iluminaron y asintió emocionado.

Juntos, la Señorita Laura y Juan Carlos planearon un gran torneo con todos los compañeros de clase. Invitaron a los padres a participar también. El día del torneo llegó y todos estaban emocionados. Los niños jugaron con entusiasmo mientras los padres animaban desde las gradas.

Juan Carlos estaba feliz porque podía sentir el espíritu de su padre presente en ese momento tan especial. Al final del torneo, la Señorita Laura llamó a Juan Carlos al frente para entregarle un trofeo en nombre de su padre.

Todos aplaudieron y felicitaron a Juan Carlos por su valentía y por haber encontrado una forma positiva de lidiar con sus sentimientos.

Desde ese día, Juan Carlos aprendió que aunque extrañara mucho a su padre, siempre podría mantenerlo vivo en sus recuerdos y seguir adelante siendo amable con los demás.

Y así, gracias al apoyo de la Señorita Laura y sus compañeros, Juan Carlos dejó atrás su comportamiento grosero y encontró la fuerza para enfrentar cualquier desafío que se presentara en su camino.

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