El abrazo de Mateo


Había una vez en un pequeño pueblo de Argentina, un niño llamado Mateo.

Mateo tenía autismo y retraso mental leve, lo cual hacía que su forma de comunicarse y comprender el mundo fuera diferente a la de los demás niños. A pesar de esto, Mateo era muy curioso y amaba leer libros. Un día, mientras exploraba la biblioteca del pueblo, encontró un libro antiguo sobre mitos y leyendas argentinas.

Entre todas las historias que le llamaron la atención, una en particular capturó su imaginación: el mito de La Llorona. La leyenda contaba la historia de una mujer que lloraba por sus hijos perdidos en las orillas del río durante las noches oscuras.

Mateo quedó fascinado por esta historia y decidió investigar más sobre ella. Llevando siempre consigo su libro sobre La Llorona, Mateo se aventuraba a recorrer los lugares cercanos al río en busca de pistas o indicios relacionados con esta misteriosa figura.

Durante sus exploraciones, conoció a un pescador llamado Don José. Don José notó el interés de Mateo por La Llorona y decidió ayudarlo en su búsqueda.

Juntos comenzaron a investigar los relatos locales y hablaron con personas mayores que conocían bien la historia. Un día, mientras conversaban con una abuela del pueblo, ella les contó una versión diferente del mito.

Según esta versión menos conocida pero muy valiosa para entenderlo todo mejor: La Llorona no era solo alguien triste y asustadora; también era víctima de la soledad y el dolor profundo causados por la pérdida. Mateo, con su sensibilidad especial, comprendió que La Llorona necesitaba ayuda y comprensión, no solo miedo.

Decidió que debía encontrar una forma de ayudarla a encontrar la paz. Con la ayuda de Don José y utilizando su conocimiento sobre el mito, Mateo ideó un plan para hacerle frente a La Llorona.

Sabiendo que ella aparecía en las noches oscuras cerca del río, decidieron organizar un evento comunitario en esas orillas. El día del evento, toda la comunidad se reunió junto al río con linternas y luces brillantes.

Mateo leyó en voz alta fragmentos del libro sobre La Llorona y compartió la versión menos conocida de la historia. Explicó cómo todos podían ayudar a La Llorona ofreciéndole comprensión y amor en lugar de temor.

Al escuchar las palabras de Mateo y ver el apoyo de toda la comunidad, algo sorprendente ocurrió: La Llorona dejó de ser una figura triste y asustadora. Se convirtió en una figura luminosa que irradiaba paz y tranquilidad.

Desde aquel día, los habitantes del pueblo recordaron siempre el valor de la empatía y el respeto hacia los demás. Y Mateo se convirtió en un héroe para todos por su capacidad única para ver más allá de las apariencias.

La historia inspiradora del niño con autismo y retraso mental leve que ayudó a cambiar el destino de La Llorona se difundió por todo el país. Mateo recibió reconocimientos por su valentía e inteligencia emocional. Y así fue como este pequeño niño demostró al mundo que todos somos capaces de hacer la diferencia, sin importar nuestras diferencias.

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