El Abrazo Eterno


Martín era un niño de 15 meses muy alegre y curioso. Siempre había estado muy unido a su abuela, Doña Rosa, quien lo cuidaba cuando sus padres trabajaban. Sin embargo, un día, Doña Rosa le anunció a la familia que debía regresar a su país en pocos días. Martín no entendía por qué su abuela tendría que irse tan lejos, y aunque era pequeño, se dio cuenta de que algo estaba por cambiar en su vida.

Los días pasaron rápidamente y el momento de la despedida se acercaba. Martín no paraba de abrazar a su abuela, como si quisiera retenerla para siempre. Doña Rosa, con lágrimas en los ojos, le explicó a Martín que aunque estarían lejos, siempre estarían juntos en el corazón. Le dio un abrazo eterno y le prometió que volverían a verse.

Con el corazón apretado, Martín se despidió de su querida abuela, sin comprender del todo la situación.

Pocos días después, llegó el primer día de preescolar de Martín. Al principio, Martín se sintió un poco inseguro al llegar a un lugar nuevo con muchas caras desconocidas. Sin embargo, con el correr de los días, comenzó a disfrutar de las actividades, los juegos y las amistades que iba formando. Poco a poco, las risas infantiles y la complicidad con sus compañeritos lo fueron haciendo sentir más a gusto.

Un día, en el preescolar, la maestra les propuso a los niños traer una foto de alguien especial para mostrar a sus compañeros. Martín, siguiendo las indicaciones, llevó una foto de su abuela Doña Rosa. Al mostrarla, contó que era la persona más importante para él, y que aunque estuviera lejos, siempre estaría en su corazón. Al escuchar las palabras de Martín, sus compañeritos lo rodearon con abrazos, comprendiendo la tristeza que llevaba en su interior.

Con el tiempo, Martín fue descubriendo que la distancia no puede separar el amor y el cariño que siente por su abuela. Las videollamadas y las cartas se convirtieron en una forma de mantener viva su conexión con Doña Rosa. Además, las nuevas amistades y experiencias en el preescolar le ayudaron a abrir su corazón a otras personas y a superar la melancolía de la ausencia de su abuela.

Y así, Martín aprendió que el amor puede trascender cualquier distancia, que los abrazos eternos existen en el corazón y que los nuevos caminos llevan a nuevas alegrías.

Con el tiempo, Doña Rosa cumplió su promesa y regresó a visitar a Martín, trayendo consigo el amor y los recuerdos que nunca se desvanecieron. Juntos compartieron momentos inolvidables, reafirmando que la distancia, aunque a veces duela, no puede romper los lazos de un cariño sincero.

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