El abrazo mágico de los abuelos



Había una vez un niño llamado Tomás, quien vivía en una casa muy especial. Tenía una habitación maravillosa, llena de juguetes y colores brillantes. Pero lo más importante para él eran sus abuelos, Don Ernesto y Doña Rosa.

Don Ernesto y Doña Rosa eran los abuelos más amorosos del mundo. Pasaban mucho tiempo con Tomás, contándole historias, enseñándole cosas nuevas y compartiendo momentos felices juntos.

Cada noche, Tomás dormía en su habitación mágica pero siempre se iba a la cama feliz con sus abuelos. Un día, después de un largo día de juegos y diversión con sus amigos en el parque, Tomás decidió que quería dormir solo en su habitación esa noche.

Pensó que ya era lo suficientemente grande como para hacerlo por sí mismo. Cuando llegó la hora de dormir, Tomás se metió en su cama y cerró los ojos. Pero algo extraño pasaba: no podía conciliar el sueño.

Su habitación parecía diferente sin la presencia de sus abuelos cerca. Tomás empezó a sentirse triste y solitario allí acostado solo en su cuarto maravilloso.

Recordó todas las noches anteriores cuando había dormido junto a Don Ernesto y Doña Rosa, sintiéndose tan seguro y amado. Entonces decidió levantarse e ir a buscar a sus abuelos. Los encontró sentados en el sofá viendo una película juntos. "Abu...

¿puedo dormir con ustedes esta noche? Extraño estar cerca de ustedes", dijo Tomás con voz temblorosa. Don Ernesto y Doña Rosa sonrieron y abrazaron a Tomás. Ellos siempre estaban felices de tenerlo cerca. "Por supuesto, mi niño. Siempre estarás bienvenido en nuestra cama", respondió Don Ernesto.

Tomás se acurrucó entre sus abuelos y pronto se quedó dormido. Esta vez, no tuvo problemas para conciliar el sueño. Soñó con aventuras emocionantes, viajes al espacio y animales fantásticos. Al despertar al día siguiente, Tomás se sentía muy feliz y lleno de energía.

Desayunó junto a sus abuelos antes de ir al colegio y les contó sobre los sueños maravillosos que había tenido esa noche. "¡Abu! ¡Soñé que volaba como un pájaro gigante!", dijo emocionado Tomás.

Don Ernesto rió mientras le daba una cucharada más de cereal a su nieto. "Eso suena increíble, mi pequeño soñador", respondió Don Ernesto orgulloso. Doña Rosa agregó: "Recuerda siempre que tus sueños pueden llevarte a lugares mágicos incluso cuando estés despierto.

Nunca olvides lo importante que es estar rodeado de amor". Tomás asintió con la cabeza, sabiendo que tenía mucha suerte de tener unos abuelos tan especiales en su vida.

Aprendió que no hay nada malo en querer estar cerca de las personas que amas y sentirte seguro con ellas. Desde ese día en adelante, Tomás nunca más durmió solo en su habitación maravillosa.

Sabía que podía disfrutar del colegio y de todas las aventuras que la vida le tenía preparadas, gracias al amor y apoyo de sus abuelos. Y así, Tomás siguió soñando en grande con el corazón lleno de amor, recordando siempre la importancia de estar rodeado de aquellos que lo amaban más que nadie en el mundo.

FIN.

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