El abrazo sanador


Había una vez en un jardín de infantes, dos niños llamados Carlos y Nora. Ambos tenían 2 años y eran los mejores amigos. Siempre jugaban juntos en el arenero, buscando insectos y construyendo castillos de arena.

Carlos y Nora también tenían la costumbre de compartir sus galletas durante el recreo. Cada día, sin falta, se sentaban juntos y disfrutaban de su merienda compartiendo sonrisas y risas.

Un día soleado, mientras jugaban en el arenero, Carlos mordió accidentalmente a Nora cuando intentaba atrapar a un insecto que estaba cerca de ella. Nora sintió mucho dolor y comenzó a llorar desconsoladamente. La maestra del jardín de infantes rápidamente acudió al rescate al escuchar los sollozos de Nora.

Miró seriamente a Carlos y le dijo: "Carlos, no está bien morder a tus amigos. Eso les causa dolor". Carlos se sintió muy mal por lo que había hecho, pero no sabía cómo disculparse con Nora.

Después del incidente, Nora decidió no jugar más con él porque seguía sintiéndose herida. Los días pasaron y Carlos comenzó a sentirse aburrido sin su amiga.

Se dio cuenta de que era su culpa por haberla lastimado y decidió hacer algo para arreglar las cosas. Un día, durante el recreo, Carlos se acercó tímidamente a Nora mientras ella estaba sentada sola bajo un árbol. Con voz temblorosa le dijo: "-Nora, lamento mucho haberte mordido aquel día.

Fue un accidente y nunca quise hacerte daño. ¿Me perdonas?". Nora miró a Carlos con cautela, pero pudo ver la sinceridad en sus ojos. Decidió darle una oportunidad y respondió: "-Está bien, Carlos.

Pero prométeme que nunca más me morderás". Carlos asintió con la cabeza y prometió cuidar de Nora sin hacerle daño. A partir de ese momento, volvieron a ser amigos inseparables.

A medida que crecían juntos en el jardín de infantes, aprendieron muchas lecciones importantes sobre el perdón, la amistad y el respeto hacia los demás. Compartieron risas y aventuras todos los días, disfrutando cada momento juntos.

La historia de Carlos y Nora enseña a los niños que todos cometemos errores, pero lo importante es aprender de ellos y disculparse cuando lastimamos a alguien sin intención. También muestra cómo el perdón puede traer paz y restaurar las amistades.

Así que recuerda, siempre trata a tus amigos con amor y respeto porque nunca sabes cuándo necesitarás su apoyo cuando cometas un error. Y recuerda también compartir tus galletas durante el recreo, ¡porque compartir siempre hace felices a todos!

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