El abuelo de María, narrador de sueños


Había una vez una niña llamada María que vivía en un pequeño pueblo. María era muy curiosa y siempre estaba ansiosa por aprender cosas nuevas, pero había algo que la frustraba: no sabía leer.

Todos los niños de su edad iban a la escuela y aprendían a leer y escribir, pero María no podía unirse a ellos. Se sentía triste y excluida, ya que no podía entender los libros o las historias que le contaban sus amigos.

Un día, mientras paseaba por el parque del pueblo, María encontró un viejo libro abandonado en un banco. Aunque no podía leerlo, se sintió intrigada por él y decidió llevárselo a casa.

Cuando llegó a su hogar, mostró el libro a su abuelo, Don Manuel. Él era un hombre sabio y amoroso que siempre estaba dispuesto a ayudar a María en todo lo que necesitara. - Abuelo, encontré este libro en el parque -dijo María con entusiasmo-.

¿Puedes ayudarme a descubrir qué dice? Don Manuel tomó el libro con cuidado y observó sus páginas desgastadas.

Luego sonrió dulcemente y dijo:- Querida María, aunque todavía no sepas leer, eso no significa que no puedas disfrutar de las historias. Permíteme ser tu narrador personal. María se emocionó ante la idea de escuchar las historias del libro directamente de su abuelo.

Cada noche antes de dormir, Don Manuel le contaba cuentos maravillosos llenos de aventuras épicas e increíbles personajes. A medida que pasaba el tiempo, María comenzó a reconocer las letras y palabras de los cuentos que su abuelo le contaba. Sin darse cuenta, estaba aprendiendo a leer mientras disfrutaba de las historias.

Un día, María decidió sorprender a su abuelo con una noticia emocionante. - Abuelo, ¡aprendí a leer! -exclamó María con alegría-. Gracias a ti y tus cuentos, ahora puedo entender lo que dice el libro que encontré en el parque.

Don Manuel se llenó de orgullo al escuchar las palabras de su nieta. - Querida María, siempre supe que eras una niña especial. Tu deseo de aprender y tu perseverancia te han llevado lejos.

Estoy seguro de que tendrás un futuro brillante por delante. Desde ese día, María se convirtió en una ávida lectora. Devoraba libros enteros y compartía sus conocimientos con otros niños del pueblo.

Su amor por la lectura inspiró a muchos y les recordó la importancia de nunca rendirse ante los desafíos. Con el tiempo, María se convirtió en maestra y dedicó su vida a enseñar a otros niños a leer y escribir.

Sus clases estaban llenas de entusiasmo y alegría, ya que entendía perfectamente cómo se sentían aquellos que luchaban por aprender.

La historia de María sirvió como ejemplo para todos: no importa cuántas dificultades encuentres en el camino, si tienes pasión por aprender y personas amorosas que te apoyen, podrás superar cualquier obstáculo y alcanzar tus sueños más grandes. Y así fue como la pequeña María demostró al mundo el poder transformador de la lectura y el amor.

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