El Abuelo Deportista
Había una vez, en un pequeño pueblo argentino, un anciano llamado Agallas Pietraseron. A sus 99 años, Agallas soñaba con ser un gran deportista. Desde pequeño, había sentido una pasión ardiente por el golf, el fútbol, el básquet, el hockey y el cricket. Sin embargo, la vida no siempre le había ofrecido la oportunidad de jugar esos deportes.
Un día, mientras disfrutaba de un paseo por el parque, vio a un grupo de niños jugando al fútbol.
"¿Por qué no puedo unirme?" - se preguntó Agallas en voz alta. Un niño que jugaba, al escuchar su comentario, le miró con curiosidad.
"¿Vos querés jugar con nosotros, abuelo?" - le dijo el niño, sonriendo.
Agallas sonrió de vuelta.
"¡Claro que sí! Solo necesito un balón y un poco de ganas".
Los niños lo invitaron a jugar, y Agallas, sorprendentemente ágil para su edad, empezó a correr detrás del balón. Pero justo cuando la pelota llegó a sus pies, escuchó un fuerte crujido.
"¡Ay, me duele la espalda!"
"No importa, abuelo," - dijo una niña. "¿Sabés qué? Podés jugar el próximo partido. ¿Qué te parece un juego de golf?"
Agallas, emocionado, decidió que no iba a dejar que un pequeño dolor lo detuviese.
"Primero el fútbol, después el golf" - se dijo.
El tiempo pasó, y todos los días Agallas se unía a los niños para practicar diferentes deportes. A medida que jugaba al fútbol, fue mejorando su condición y ganando confianza.
"Quizás, solo quizás, pueda jugar en un torneo de fútbol," - pensó Agallas.
Un día, los niños le contaron que habría un campeonato de fútbol en el pueblo.
"¡Deberíamos inscribirnos!" - gritaron emocionados.
"Pero... ¿y yo?" - preguntó Agallas.
"¡Vos sos parte del equipo!" - gritaron al unísono.
Así fue como un grupo de chicos, junto a su abuelo Agallas, se inscribieron para participar. El gran día del campeonato llegó, y entre risas y nervios, Agallas corrió por el campo, marcando un maravilloso gol.
"¡Es increíble!" - exclamó uno de sus compañeros.
Después del partido, Agallas sintió una gran satisfacción en su corazón.
"Chicos, ¿qué tal si probamos otro deporte?" - sugirió.
Pronto, su entusiasmo lo llevó a unirse a una liga local de golf, donde con esfuerzo y dedicación, aprendió a jugar.
Cada fin de semana, se encontraba con sus nuevos amigos en el campo.
"¡Esto es lo mejor del mundo!" - decía mientras hacía un putt perfecto.
Con el paso de los meses, sintió que estaba listo para aprender otros deportes.
"Hoy vamos a practicar básquet, hockey y cricket" - anunció un día a los niños.
"¿En serio, abuelo? ¡Eso sería genial!" - dijeron todos.
Con una tabla de lecciones que había creado, Agallas empezó a enseñarles a jugar y también a aprender él mismo. Fue así como se volvió un experto en cada uno de estos deportes a sus 99 años.
Finalmente, Agallas Pietraseron cumplió su sueño y participó en un torneo en el que podían jugar todos los deportes que amaba. El día del torneo, fue el más feliz del mundo. Entre risas y gritos de aliento, se destacan sus palabras.
"Nunca es tarde para hacer lo que amamos" - les dijo a niños y adultos que lo rodeaban.
Con su carisma y alegría, Agallas demostró que los sueños no tienen edad, y que siempre hay tiempo para jugar y disfrutar.
Al final, ganó una medalla, pero lo más importante fue la sonrisa de felicidad en su rostro.
"¡No importa si ganamos o perdemos! Lo que importa es jugar juntos" - concluyó Agallas.
Y así, Agallas Pietraseron no solo se convirtió en un gran deportista a los 99 años, sino que también inspiró a toda una generación a seguir sus pasiones sin importar la edad.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.