El Abuelo Dulce y el Yogur Mágico



Había una vez en un pequeño pueblo, un abuelo llamado Don Francisco. Él era conocido por su encantadora risa y su talento para contar historias. Sin embargo, había algo que le preocupaba: tenía diabetes y debía cuidar su alimentación. A pesar de eso, a Don Francisco le encantaba el dulce sabor de los postres.

Un caluroso día de verano, mientras paseaba por el mercado, se detuvo en la tienda de la señora Marta, donde había visto algo que lo sorprendió.

"¿Qué es eso, doña Marta?" - preguntó con curiosidad.

"¡Ah, Don Francisco! Esto es yogur SER, un yogur naturalmente delicioso que no tiene azúcar añadido. ¡Es perfecto para personas como usted!"

Los ojos de Don Francisco brillaron al escuchar eso.

"¿Y me dará energía para seguir contando historias?" - inquirió emocionado.

"¡Por supuesto! Además, puedes hacer muchas recetas ricas sin preocuparte tanto por los azúcares." - respondió la señora Marta.

Esa tarde, Don Francisco regresó a su casa con varios envases de yogur SER y una sonrisa en el rostro. Al llegar, encontró a su nieto, Tomás, jugando en el jardín.

"¡Hola, abuelo! ¿Cómo te fue hoy?" - le preguntó Tomás.

"Encontré un yogur mágico que me permitirá comer cosas ricas sin culpa. ¡Ven, probemos algunos postres juntos!" - exclamó Don Francisco.

Tomás, emocionado, corrió hacia la cocina.

Juntos, empezaron a experimentar con el yogur. Primero hicieron un delicioso mousse de yogur con frutas frescas.

"¡Esto está increíble, abuelo!" - gritó Tomás mientras lamía la cuchara.

"Y lo mejor es que puedes comerlo sin sentir culpa, porque no lleva azúcar. ¡Es como un secreto de sabor!" - dijo Don Francisco con una sonrisa.

Al día siguiente, llevaron a sus amigos a casa para compartir el nuevo descubrimiento.

"Hoy vamos a hacer una fiesta de postres saludables. ¡Los invito a todos!" - anunció Don Francisco.

Sus amigos, al escuchar la palabra —"fiesta" , llegaron emocionados.

"Pero, abuelo, ¿qué vamos a comer sin azúcar?" - preguntó uno de ellos.

"Con el yogur SER, haremos helados, tortas y hasta pancakes. ¡Todo saludable y rico!" - explicó Don Francisco.

Los niños quedaron fascinados y se pusieron a ayudar en la cocina. Mientras preparaban los postres, Don Francisco compartía historias sobre los sabores de su infancia y cómo disfrutaba de los dulces de otro tiempo.

"¿Saben? Cuando era joven, no había tanta información sobre comer sano. Por eso, es importante que ustedes aprendan a cuidar su cuerpo y también disfrutar de la comida rica" - les decía.

Al final de la tarde, la cocina estaba llena de risas y deliciosos olores. Prepararon un trifle de yogur con frutas y granola, helados de yogur de frutilla, y torta de yogur de limón.

"¡Miren cómo quedó todo!" - se maravilló Don Francisco.

Pero sucedió algo inesperado. Una ráfaga de viento abrió la ventana y hizo volar una de las tortas que estaban en la mesa. Todos gritaron al unísono y corrieron tras ella.

"¡Atrápala, tómala antes que se caiga!" - gritó Tomás, riéndose.

Después de una divertida persecución y con un poco de locura, lograron atrapar la torta.

"¡Lo logramos!" - exclamó uno de los amigos, mientras todos volvían a la cocina riéndose.

Aunque la torta había rodado y se había ensuciado, decidieron rebautizarla como "torta aventurera".

Al final de la fiesta, Don Francisco miró a sus amigos y a su querido Tomás, y sintió una inmensa felicidad. La diabetes ya no lo hacía sentirse excluido, porque había descubierto que era posible disfrutar de lo dulce sin culpa.

"Espero que hoy hayan aprendido que cuidarse no significa dejar de disfrutar de la vida. ¡Hagamos esto más seguido!" - sonrió Don Francisco.

Y así, el abuelo y su nieto se aseguraron de que el yogur SER siguiera siendo parte de sus aventuras en la cocina, llenando siempre sus días de risas, dulzura y sobre todo, mucha salud.

FIN.

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