El abuelo gimnasta
Había una vez una niña llamada Lola, quien era muy inquieta y siempre estaba en movimiento. Desde que aprendió a caminar, no paraba quieta un segundo.
A Lola le encantaba la gimnasia y pasaba horas saltando, haciendo piruetas y volteretas en el jardín de su casa. Un día, mientras practicaba sus ejercicios de gimnasia al aire libre, su abuelito Mario se acercó para verla jugar.
Mario era un hombre mayor pero muy activo y juguetón, le encantaba pasar tiempo con su nieta y compartir sus travesuras. "¡Wow! ¡Qué impresionante eres, Lola! ¡Tus piruetas son increíbles!", exclamó el abuelito Mario mientras aplaudía emocionado.
Lola sonrió feliz al escuchar los elogios de su abuelito y lo invitó a unirse a ella en su sesión de gimnasia. Juntos comenzaron a hacer acrobacias y juegos divertidos. El abuelito Mario demostró ser bastante ágil a pesar de su edad y sorprendió a Lola con sus habilidades.
"¡Eres genial abuelito! ¡Parece que también tienes talento para la gimnasia!", dijo Lola riendo. Desde ese día, Lola y su abuelito Mario se convirtieron en los mejores compañeros de entrenamiento.
Pasaban las tardes practicando juntos nuevos movimientos, retándose mutuamente y riendo sin parar. La relación entre ellos se fortaleció aún más gracias a esta actividad compartida.
Un día, antes de una competencia importante de gimnasia en la que Lola iba a participar, sintió miedo escénico y dudas sobre si podría hacerlo bien. Fue entonces cuando su abuelito Mario le recordó algo importante:"Recuerda Lola, lo más importante es creer en ti misma y disfrutar cada momento. Tú eres fuerte y capaz de lograr todo lo que te propongas".
Estas palabras llenaron el corazón de Lola de determinación y confianza. Se presentó en la competencia con una sonrisa en el rostro y realizó una actuación excepcional que dejó impresionados a todos los presentes.
Al final del evento, recibió una medalla por su desempeño destacado. Mientras subía al podio para recibir su premio, buscó con la mirada entre el público hasta encontrar a su abuelito Mario quien la miraba con orgullo y emoción.
"¡Gracias por estar siempre conmigo abuelito! Sin ti nada hubiera sido posible", dijo emocionada Lola mientras corría hacia él para darle un fuerte abrazo.
Y así termina esta historia donde la inquieta niña encontró en la gimnasia no solo una pasión sino también un vínculo especial con su querido abuelito Mario, demostrando que juntos podían superar cualquier desafío que se les presentara.
FIN.