El abuelo y su nieto en la granja
Había una vez un niño llamado Matías que pasaba sus veranos en la granja de su abuelo, el señor Antonio. El abuelo Antonio era un hombre amable y sabio que amaba la vida en el campo, y siempre estaba feliz de enseñar a su nieto todo lo que sabía sobre cuidar la granja.
Desde muy temprano por la mañana, el abuelo y Matías se levantaban para comenzar las tareas del día. El abuelo le enseñó a Matías a montar a caballo, le mostró cómo cuidar a los pollitos recién nacidos y le enseñó a ordeñar a las vacas. Matías estaba emocionado de aprender todas esas cosas, y el abuelo estaba encantado de compartir su conocimiento con su querido nieto.
"Abuelo, ¿cómo puedo cuidar a estos animales como tú lo haces?" preguntó Matías con curiosidad mientras alimentaba a los cerdos.
El abuelo sonrió cariñosamente y respondió: "Es importante tratar a los animales con amor y respeto. Ellos dependen de nosotros para estar sanos y felices, así que siempre debemos cuidarlos con cariño y paciencia".
Un día, mientras paseaban por el campo, el abuelo y Matías encontraron a una oveja que se había extraviado. Sin dudarlo, el abuelo cargó a la oveja en sus brazos y la llevó de regreso al redil. Matías observaba con asombro el amor y la preocupación de su abuelo por cada uno de los animales de la granja.
Con el tiempo, Matías se convirtió en un experto en cuidar la granja, y el abuelo se sentía muy orgulloso de su nieto. Juntos, compartieron momentos inolvidables: desde ver nacer a nuevos terneros hasta recoger los huevos frescos del gallinero.
Al final del verano, cuando Matías tuvo que regresar a la ciudad, el abuelo lo abrazó con fuerza y le dijo: "Siempre llevarás contigo el amor por la vida en el campo y el cuidado por los animales. Nunca olvides lo que aprendiste aquí"
Matías asintió con una sonrisa y prometió volver el siguiente verano para ayudar a su abuelo en la granja. Y así, entre risas y abrazos, terminó otra inolvidable temporada en la granja del abuelo Antonio.
FIN.