El Ada Madrina y la Aventura del Bosque Brillante



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Colorín, donde la vida era tranquila y llena de alegría. Allí, en lo profundo de un bosque brillante, vivía Elia, un hada madrina. Elia era conocida por su capacidad de iluminar los corazones de los niños y llevar alegría a quienes la rodeaban.

Un día, Elia estaba organizando su jardín mágico, donde crecía una planta especial que daba flores de todos los colores. Cada vez que una flor brotaba, Elia hacía un deseo para que los niños de Colorín tuvieran siempre felicidad. Mientras trabajaba, escuchó un ruido extraño proveniente de un arbusto cercano. Intrigada, se acercó y encontró a un pequeño conejo, que parecía asustado.

"¿Qué te pasa, pequeño?" - preguntó Elia.

"¡Oh, hada madrina!" - sollozó el conejo, "Me llamo Tobías, y tengo un problema muy grande. Mis amigos y yo hemos encontrado un nuevo lugar para jugar, pero hay un obstáculo enorme que no podemos cruzar. Es un arroyo muy ancho y sus aguas son muy rápidas. ¡No sabemos qué hacer!"

"No te preocupes, Tobías. Juntos podemos encontrar una solución. ¿Qué te parece si reunimos a tus amigos y pensamos en un plan?" - respondió Elia con una sonrisa.

Tobías, emocionado, llevó a Elia a ver a sus amigos: un grupo de ardillas, un oso pequeño y un pájaro colorido.

"¡Miren quién vino! Es Elia, el hada madrina!" - exclamó Tobías.

"Hola a todos. Escuché que tienen un problema con el arroyo. ¿Qué les parece si trabajamos juntos para solucionarlo?" - dijo Elia, con una chispa de entusiasmo en sus ojos.

Los animales se miraron, un poco escépticos.

"Pero, ¿cómo podemos cruzar un arroyo tan ancho?" - preguntó la ardilla más pequeña.

"No se preocupen. Podemos construir un puente con ramas y piedras. Solo necesitaremos un poco de creatividad y mucha colaboración. ¡Vamos a intentarlo!" - propuso Elia.

Los cuatro amigos comenzaron a juntar ramas y piedras. Trabajaron juntos, cantando y riendo mientras se ayudaban unos a otros. Sin embargo, justo cuando estaban a punto de terminar el puente, comenzó a llover fuertemente, amenazando con arruinar su trabajo.

"Vamos, no podemos rendirnos. Necesitamos apresurarnos y terminarlo antes que la lluvia lo destruya" - dijo Elia, y con su magia, hizo que las ramas de su jardín empezaran a crecer más rápido.

Cuando el puente estuvo listo, todos los animales se miraron, exultantes. Estaban tan emocionados que algunos saltaron de alegría.

"Pero, ¿y si no es seguro?" - preguntó el oso con un tono de duda.

"Eso es parte de la aventura. A veces hay que arriesgarse un poco. Confiemos en nuestro esfuerzo y en la amistad que hemos construido. ¡Uno a uno, vayamos cruzando!" - dijo Elia, y alentó a todos.

Primero pasó el conejo, luego la ardilla y finalmente el oso. Todos estaban asustados, pero se animaron al ver que Elia estaba en la otra orilla, sonriendo y aplaudiendo.

Una vez que todos cruzaron, Elia les dijo:

"Lo logramos juntos. La amistad y la colaboración son lo que nos hace fuertes. Siempre juntos, podemos superar cualquier obstáculo."

Tobías, muy feliz, agradeció a Elia:

"¡Gracias, hada madrina! Sin vos, no hubiéramos tenido el valor de intentarlo. ¡Hiciste que esta aventura fuera inolvidable!"

Elia sonrió y movió su varita, haciendo que un arcoíris apareciera en el cielo.

"Esto es solo el comienzo de muchas más aventuras. Recuerden, juntos somos invencibles y siempre hay una forma de cruzar los obstáculos de la vida."

Desde ese día, el bosque brillante se llenó de risas y juegos, y ellos siguieron explorando y creando en equipo, siempre listos para afrontar cualquier desafío.

Y así, Elia, el hada madrina, se convirtió en la guardiana de la amistad de Colorín, recordando a todos que, ante cualquier problema, la clave es siempre trabajar juntos y nunca perder la esperanza.

Y colorín, colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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