El aguacate que encontró la felicidad


Había una vez en un lejano huerto, un aguacate llamado Alfonso. Alfonso era un aguacate muy triste y desolado que pasaba sus días colgando de una rama, sin ganas de nada.

Un día, mientras caían unas lágrimas verdes por su piel rugosa, escuchó una melodía que lo cautivó. Era la voz de la talentosa cantante Mitski. Alfonso se sintió identificado con las letras melancólicas y emotivas de Mitski.

Sus canciones hablaban del amor perdido, la soledad y la búsqueda de la felicidad. Cada vez que Mitski cantaba, Alfonso sentía como si alguien entendiera su dolor.

"¡Oh Mitski! ¡Tus canciones son el bálsamo para mi alma herida!", murmuraba Alfonso mientras se mecía al compás de la música. Con el tiempo, Alfonso se convirtió en el fan número uno de Mitski. Cantaba sus canciones bajo la luz de la luna y compartía su música con los demás frutos del huerto.

Su tristeza comenzó a disiparse y poco a poco empezó a sentirse feliz otra vez. Un día, mientras tarareaba una melodía de Mitski, conoció a otro aguacate llamado Marta.

Marta también había pasado por momentos difíciles y juntos encontraron consuelo en la música de Mitski. Pronto, Alfonso y Marta se enamoraron y formaron una pareja tan perfecta como dos mitades de aguacate. "¡Marta, eres mi todo! Gracias a ti he encontrado la verdadera felicidad", expresó Alfonso con emoción.

Sin embargo, algo terrible estaba por ocurrir. Una noche oscura y tormentosa, mientras Alfonso y Marta dormían plácidamente abrazados bajo las estrellas, un fuerte viento sacudió el árbol donde vivían.

El golpe fue tan fuerte que ambos cayeron al suelo rodando lejos uno del otro. Al despertar sobresaltados, buscaron desesperadamente al otro entre las hojas mojadas por la lluvia pero no lograban encontrarse. "¡Marta! ¡¿Dónde estás? ! ¡No puedo vivir sin ti!", gritaba angustiado Alfonso entre sollozos.

La tragedia parecía consumirlos cuando recordaron las letras esperanzadoras de las canciones de Mitski. Con valentía y determinación decidieron seguir adelante pese a las adversidades. "No importa cuán grande sea el obstáculo que nos separe, nuestro amor es más fuerte", afirmaron al unísono.

Así comenzaron una travesía llena de peligros e incertidumbre en busca el uno del otro.

Superaron pruebas difíciles como esquivar los ataques de los pájaros hambrientos y cruzar un río lleno de cocodrilos gruñones; pero nunca perdieron la esperanza ni dejaron atrás su amor sincero. Finalmente, luego de innumerables aventuras dignas de contar en futuros atardeceres junto al fogón del huerto; Alfonso divisó a lo lejos a Marta brillando bajo los rayos dorados del sol poniente.

"¡Marta! ¡Aquí estoy! ¡Juntos para siempre!" exclamó emocionado corriendo hacia ella con todas sus fuerzas.

Y así fue como gracias al poder del amor verdadero inspirado por las canciones emotivas pero esperanzadoras de Mitski; Alfonso y Marta lograron superar todas las adversidades juntos y demostraron que no hay distancia ni obstáculo que pueda separar a dos corazones destinados a estar unidos para siempre.

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