El Águila de Plástico



En una pequeña aldea rodeada de montañas y ríos vivía Miguel, un niño indígena curioso y creativo. Un día, mientras recogía botellas de plástico que la corriente del río había arrastrado hasta la orilla, Miguel tuvo una brillante idea.

Decidió utilizar esas botellas para armar un hermoso águila mexicana. Con paciencia y dedicación, Miguel cortó las botellas en forma de alas, pico y cola, y las ensambló con cuidado.

Cuando terminó su creación, el águila parecía cobrar vida propia. Miguel lo miraba maravillado, sin imaginar lo que sucedería al día siguiente.

Al despertar al amanecer, Miguel se encontró con una sorpresa increíble: ¡el águila que había construido estaba viva! El ave majestuosa revoloteaba alegremente por el cielo azul, emitiendo graznidos melodiosos que llenaban el aire de alegría. "¡Increíble! ¿Cómo es posible?" -exclamó Miguel asombrado.

El águila se posó delicadamente frente a él y le habló con voz sabia y serena:"Soy el espíritu del Águila Real Mexicana. Has demostrado tu amor por la naturaleza al darle una nueva vida a estas botellas desechadas. Ahora te otorgo un don especial: el poder de concienciar a los demás sobre la importancia del reciclaje y la reutilización.

"Miguel no podía creerlo. Con determinación en su corazón, decidió aceptar el desafío que le había sido dado por el águila mágica. Desde ese día en adelante, Miguel emprendió una misión extraordinaria.

Se enfrentaba a monstruos hechos de basura que amenazaban contaminar su hermosa aldea. Armado con su ingenio y valentía, les enseñaba a usar las 3R: reducir, reutilizar y reciclar.

Cada vez que lograba convencer a uno de los monstruos para cambiar sus malos hábitos por acciones más amigables con el medio ambiente, una chispa verde brillaba en sus ojos antes opacos. "¡Amigo monstruo! No debemos tirar basura al río; podemos reutilizar esos envases para crear cosas nuevas" -explicaba Miguel con dulzura pero firmeza.

Poco a poco, gracias al esfuerzo incansable de Miguel y su compañera alada mágica, los habitantes de la aldea comenzaron a seguir su ejemplo. Juntos limpiaron parques, plantaron árboles e implementaron programas de reciclaje para proteger su hogar querido.

Finalmente llegó el día en que los monstruos se transformaron en guardianes del medio ambiente junto a Miguel y el Águila Real Mexicana. La aldea resplandecía bajo un cielo claro lleno de estrellas brillantes como nunca antes lo había hecho.

Y así fue como un niño indígena llamado Miguel aprendió que incluso las cosas más simples pueden tener un impacto poderoso si se usan con sabiduría y amor por nuestro planeta tierra.

FIN.

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