El Ahorro de Navidad de Paco y Lila



Era una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Brillante, donde todos los años se celebraba una hermosa Navidad. Este año, Paco, un curioso ratón de campo, y Lila, una alegre ardilla, estaban más emocionados que nunca por la llegada de las festividades. Sin embargo, tenían un pequeño problema: querían comprar un regalo especial para su amigo Tito, el búho.

Un día, mientras jugaban en el parque, Lila dijo:

- Paco, ¡tenemos que conseguir un regalo genial para Tito! Pero no sé cuánto dinero tenemos.

Paco sacó su pequeña alcancía de cerdito y, tras abrirla, contó sus monedas.

- Tengo diez pesitos, pero creo que necesitamos más si queremos algo especial.

Ambos se miraron preocupados. Justo en ese momento, el abuelo de Lila, Don Tadeo, se acercó caminando con su bastón. Al ver a sus nietos tan preocupados, preguntó:

- ¿Qué les pasa, pequeños?

- Abuelo, queremos comprarle un regalo a Tito, pero no alcanzamos. ¡Esos regalos son caros!

- Hmm, entiendo - dijo Don Tadeo, acariciándose la barba - les tengo una idea. ¿Qué tal si aprendemos a ahorrar? Así, con el tiempo, podrán juntar el dinero necesario.

Lila saltó de emoción:

- ¡Sí, abuelo! ¿Pero cómo ahorramos?

Don Tadeo se sentó en una roca y explicó:

- Primero, deben decidir cuánto dinero quieren juntar para el regalo y en cuánto tiempo. Si se organizan bien, estoy seguro de que podrán hacerlo.

Paco y Lila se pusieron a pensar. Después de deliberar, decidieron que querían juntar al menos 50 pesitos para comprarle una buena sorpresa a Tito en dos semanas.

A partir de ese día, los dos amigos se comprometieron a ahorrar. Cada vez que hacían alguna tarea en casa, como limpiar o ayudar a cocinar, guardaban un par de monedas en sus alcancías.

- El viernes pasado me ayudé a mí mismo a hacer la tarea y me dieron 5 pesitos - contó Paco un día.

- ¡Yo encontré 3 pesitos en el fondo de mi mochila! - exclamó Lila.

Pasaron los días y, a medida que ahorraban, notaron cómo su dinero comenzaba a crecer. Sin embargo, una tarde, mientras paseaban por la plaza, pasaron frente a la tienda de juguetes y vieron algo que les hizo dudar.

- ¡Mirá, Paco! ¡Ese es el tren de juguetes que siempre soñó Tito! ¡Sólo cuesta 40 pesitos! -

- Sí, pero si lo compramos ahora, no tendremos suficiente para el regalo que habíamos planeado - respondió Paco, recordando su objetivo.

Lila, entusiasmada, decía:

- Pero, ¡es tan bonito! O podríamos comprarlo y no pensar en el regalo para Tito...

Justo en ese momento, apareció Don Tadeo y escuchó la conversación:

- ¿Qué sucede aquí, pequeños?

- Estábamos pensando en comprarle algo a Tito, ¡pero vi un tren que me encantaría! - dijo Lila.

El abuelo sonrió con complicidad:

- A veces es difícil resistir la tentación de gastar. Pero piensen en lo que es más importante. ¿Quieren un regalo especial y memorable para su amigo? O, ¿prefieren algo fugaz que quizás no lo haga tan feliz?

Paco y Lila se miraron, pensativos. Lila respondió:

- ¡Tienes razón, abuelo! Un regalo que venga del corazón es lo que realmente importa. Vamos a seguir ahorrando.

Así que, volvieron a casa y continuaron ahorrando con todavía más entusiasmo. Finalmente, llegó el día de Navidad y, con sus alcancías llenas, fueron a la tienda. Al ver todas las cosas, decidieron comprar un hermoso libro de cuentos que sabía que a Tito le encantaría.

Al llegar a la casa de Tito, lo sorprendieron con su regalo:

- ¡Feliz Navidad, Tito! - gritaron ambos.

El búho sonrió y al abrir el libro exclamó:

- ¡Oh, qué regalo tan bonito! Siempre quise leer estas historias.

Paco y Lila se sintieron felices.

- Nos alegra que te guste - dijo Lila. - Lo que más nos alegra es que lo compramos con nuestro ahorro.

Tito, orgulloso de sus amigos, los abrazó.

- ¡Esto es lo mejor de la Navidad! Aprendiste la lección más importante: a ahorrar y a pensar en los demás.

Desde ese día, Paco y Lila no solo fueron amigos de Tito, sino que también se convirtieron en unos expertos en el ahorro, siempre listos para el próximo desafío. Y así, Villa Brillante celebró una Navidad llena de amor, generosidad y enseñanzas valiosas.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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