El Ajolote Cortés



Había una vez, en un hermoso lago de aguas cristalinas, un ajolote llamado Axel. Axel era un ajolote curioso y vivaracho, siempre estaba explorando su entorno y haciendo nuevos amigos. Sin embargo, había algo que faltaba en sus aventuras: la cortesía.

Un día, Axel decidió organizar una fiesta bajo el agua y, emocionado, invitó a todos sus amigos: la tortuga Tula, el pez payaso Pablo y la rana Rina. Todos aceptaron con gusto y, juntos, comenzaron a preparar el mejor festejo de todos.

Cuando llegó el día de la fiesta, Axel estaba tan emocionado que empezó a hablar sin parar.

"¡Hola, amigos! ¡Bienvenidos a mi fiesta! Vamos a jugar, a comer y a divertirnos. ¡Yo tengo muchas cosas que contarles!"

En medio de su monólogo, Tula, la tortuga, intentó interrumpir.

"Axel, yo quería contarles sobre..."

Pero Axel, sin darse cuenta, continuó hablando.

"Y también tengo un juego nuevo que quiero mostrarles…"

Rina, la rana, también intentó hablar.

"¡Yo tengo una canción divertida!"

Sin embargo, Axel seguía tan emocionado que no escuchaba a nadie.

Un momento después, Pablo, el pez payaso, decidió que ya era suficiente.

"Axel, amigo, creo que es importante que nos dejes hablar también. Así podemos compartir lo que tenemos para decir. ¡Es una fiesta, no un monólogo!"

Axel se quedó en silencio, dándose cuenta de que había olvidado una norma muy importante: dejar que los demás se expresen. Se sintió un poco avergonzado y, con una sonrisa disculpándose, dijo:

"Tienen razón. No he sido muy cortés. Estoy tan emocionado que olvidé escucharlos. ¡Por favor, Tula! Cuéntanos tu historia."

Tula sonrió y continuó:

"Quería contarles sobre un viaje que hice al río. Allí conocí a un pez dorado muy especial que me enseñó a ser más paciente y a disfrutar de cada momento..."

La tortuga habló sobre su aventura, y todos prestaron atención. Axel se dio cuenta de que escuchar a sus amigos era tan divertido como hablar. Luego fue el turno de Rina.

"Yo tengo una canción que aprendí de mi abuela, y dice así: ‘Saltando en la charca, la vida es un encanto, cantando en la mañana, todo es un canto’…"

A medida que todos compartían sus historias, la fiesta se llenó de risas y alegría. Cada uno de los amigos de Axel se sintió valorado y escuchado.

Cuando finalmente terminaron de compartir, Axel dijo:

"Gracias, amigos, por recordarme la importancia de escuchar. Prometo que seré más cortés y dejaré que todos hablemos y compartamos en nuestras próximas aventuras."

La fiesta continuó, cada uno disfrutando del tiempo juntos. Desde ese día, Axel siempre se esforzó por ser un buen amigo y recordar las normas de cortesía, como dejar hablar a los demás y escuchar con atención. Y así, el ajolote Axel se convirtió en uno de los amigos más queridos del lago, donde la alegría de la amistad resonaba. Y cada vez que organizaba una fiesta, todos Sabían que tendrían su oportunidad de brillar.

A partir de entonces, Axel y sus amigos vivieron muchas aventuras, siempre recordando que ser cortés era una parte importante de la diversión. Y así aprendieron que la cortesía no sólo hace sentir bien a los demás, sino que también enriquece la amistad.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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