El alambrador y su gran creación
En un pequeño pueblo de la Pampa argentina vivía un alambrador llamado Martín, a quien todos conocían por su habilidad para crear hermosos cercos de alambre.
Martín se levantaba todas las mañanas con entusiasmo, listo para dar forma a sus creaciones. Un día, Martín decidió enseñarle a los niños del pueblo cómo se construía un cerco de alambre. -¡Buenos días, niños! Hoy les mostraré cómo se hace un alambrado, dijo Martín con alegría.
Los niños se emocionaron al ver los materiales que Martín utilizaba: rollos de alambre, postes, maderas y herramientas. Con paciencia, Martín explicó paso a paso cómo se debía realizar el trabajo. Los niños prestaron mucha atención y aprendieron rápidamente.
Con el correr de los días, Martín notó que los niños lo observaban con curiosidad mientras trabajaba en su taller. -¿Qué estás haciendo, Martín? -le preguntaron un día. -Estoy creando algo especial, les respondió Martín con una sonrisa misteriosa.
Los niños seguían con atención el trabajo de Martín, hasta que una tarde les dijo: -¡Es hora de mostrarles mi gran creación! Los niños lo siguieron hasta un prado cercano, donde descubrieron una estructura maravillosa hecha con alambre. Era un hermoso arco con formas de estrellas y lunas.
Los niños quedaron maravillados. -¡Es increíble, Martín! ¿Cómo lo hiciste? -preguntaron emocionados. -Con paciencia, creatividad y mucho amor por mi trabajo, les respondió Martín.
A partir de ese día, Martín enseñó a los niños a utilizar los materiales de alambrado de distintas formas, incentivando su creatividad. Juntos construyeron arcos, esculturas y muchas otras creaciones. El pueblo se llenó de hermosas obras realizadas por los niños, inspirados por el sabio alambrador.
Martín les había enseñado que, con imaginación y dedicación, cualquier material podía convertirse en arte. Y así, el pequeño pueblo se convirtió en un lugar donde la creatividad y el amor por el trabajo manual florecían.
FIN.