El Alce de Cuerno Mágico



Había una vez, en un hermoso bosque lleno de árboles altos y flores de colores, un alce llamado Alberto. Alberto era un alce grande y fuerte, pero tenía un cuerno roto que lo hacía sentirse triste y diferente a los demás alces. Un día, mientras paseaba por el bosque, vio a sus amigos: la ardilla Sofía, el conejo Lucas y la tortuga Tomás.

"Hola, Alberto. ¿Por qué estás tan callado hoy?" - preguntó Sofía, saltando emocionada.

"Es que mi cuerno está roto. No puedo ser como los demás alces..." - respondió Alberto, mirando hacia el suelo.

"Pero eso no importa, amigo. ¡Tú eres especial de todas formas!" - dijo Lucas, tratando de animarlo.

"Sí, podemos organizar un concurso para ver quién tiene el cuerno más original del bosque" - sugirió Tomás con su voz tranquila.

Alberto se sintió un poco mejor al escuchar las ideas de sus amigos. Así que decidieron preparar el concurso. Cada uno podría decorarse de la forma más creativa que se les ocurriera.

Sofía, la ardilla, recolectó hojas, flores y pequeñas ramitas para hacer una espectacular corona. Lucas el conejo decidió pintarse la cabeza con colores vibrantes usando bayas. Y Tomás, con su lentitud, recogía piedras brillantes del arroyo.

Mientras tanto, Alberto, aunque todavía triste, decidió que iba a hacer lo mismo. Con ayuda de sus amigos, usó su cuerno roto como una base y comenzó a decorarlo con todo lo que encontraba: cintas, flores y hojas.

"Mirá estos colores que estoy usando, amigo. ¡Vas a ver qué hermoso te va a quedar!" - decía Lucas mientras llenaba de pintura el cuerno de Alberto.

Finalmente llegó el día del concurso. Todos los animales del bosque se reunieron para ver las creaciones. Alberto, aunque nervioso, estaba emocionado por mostrar su cuerno decorado.

Cuando el jurado, formado por el viejo búho y la sabia tortuga, comenzó a evaluar las creaciones, todos los animalitos aplaudieron y alentaron a sus amigos.

"¡Qué cuerno más bonito, Sofía!" - exclamó el búho.

"¡Impresionante, Lucas!" - comentaron todos.

Finalmente llegó el turno de Alberto.

"Y ahora, un fuerte aplauso para nuestro amigo el alce Alberto, que ha demostrado que la belleza está en la creatividad, no en un cuerno perfecto!" - anunció el búho.

Alberto, sintiendo la energía del público y el apoyo de sus amigos, sonrió con orgullo. Cuando se presentó, todos los animales vitorearon y aplaudieron con entusiasmo.

"Mirá, Alberto. ¡Eres el más original de todos!" - dijo Tomás, que se había acercado a abrazar a su amigo.

Ese día, a pesar de que no ganó el primer premio, Alberto se sintió como el rey del bosque. Se dio cuenta que, aunque su cuerno estuviera roto, tenía la capacidad de hacer algo único con él. Desde entonces, nunca más se sintió triste por su cuerno, porque sabía que lo que realmente importaba era el amor y el apoyo de sus amigos.

Y así, Alberto el alce comprendió que la verdadera belleza no viene de lo que uno tiene, sino de lo que uno puede crear con amor y amistad.

Colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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