El Almuerzo de Amatista y Alan



Era un lindo día de primavera, el sol brillaba en el cielo y el viento soplaba suavemente. Amatista, una niña de 5 años con una gran sonrisa y ojos llenos de curiosidad, estaba emocionada porque iba a invitar a su amigo Alan a almorzar hamburguesas en su casa. Amatista había preparado todo con mucho cariño: había elegido las mejores hamburguesas y un montón de condimentos deliciosos.

"¡Mamá! ¡Mamá! Hoy viene Alan a almorzar, ¿puedo ayudar a preparar las hamburguesas?" - gritó Amatista mientras corría a la cocina.

"Claro que sí, Amatista. Vamos a hacer las mejores hamburguesas del mundo" - respondió su mamá, sonriendo.

Una vez que llegaron las hamburguesas y todos los ingredientes, Amatista empezó a colocar todo sobre la mesa. Cuando el timbre sonó, su corazón dio un brinco.

"¡Ya llegó!" - exclamó. Amatista abrió la puerta y allí estaba Alan, con una gran sonrisa y un dibujo en la mano.

"Hola, Amatista!" - dijo Alan, agitando su dibujo. "Te traje algo. Es un dibujo del perro que tengo en casa."

Amatista recibió el dibujo con entusiasmo: era un hermoso perro dibujado con muchos colores.

"¡Es precioso! Gracias, Alan. Ahora ven, ¡vamos a comer hamburguesas!" - dijo ella, llevándolo a la mesa.

Ambos se sentaron y comenzaron a preparar sus hamburguesas con todo lo que había. Amatista eligió un montón de lechuga, tomate y mayonesa mientras que Alan optó por añadir mucho queso.

De repente, Alán miró hacia la ventana y notó algo inusual.

"¿Qué es eso?" - preguntó, señalando hacia el jardín.

Amatista miró y vio un pequeño pajarito tratando de volar pero no podía. Ella se preocupó.

"Pobrecito... ¿Qué haremos?" - dijo Amatista.

"Tal vez necesite ayuda. Vamos a ver qué pasa" - sugirió Alan.

Dejaron a un lado las hamburguesas y salieron al jardín. Descubrieron que el pajarito había caído de un nido y no sabía cómo volver.

"¿Qué hacemos, Amatista?" - preguntó Alan.

"Tal vez deberíamos llamarlo ‘Pía’ y ayudarlo a volver a su nido" - sugirió Amatista.

Con cuidado, ambos se acercaron al pajarito, y observaron que el nido estaba en un árbol cercano. Era un poco alto, pero Alan tuvo una idea.

"¿Y si subimos por esa escalera?" - señaló a un lado del jardín.

Amatista asintió con emoción.

Una vez que alcanzaron lo alto de la escalera, Alan tomó a ‘Pía’ con cuidado y, mientras tanto, Amatista lo animaba.

"¡Vamos, Alan! ¡Tú puedes!" - dijo ella, llena de energía.

Finalmente, lograron colocar a Pía de nuevo en su nido. El pajarito piaba felizmente, haciendo que Amatista y Alan sonrieran.

"Lo logramos, Alan!" - exclamó Amatista.

"Sí, ¡fue genial!" - respondió Alan, muy contento.

Después de su pequeña aventura, regresaron a la mesa, y aunque las hamburguesas estaban un poco frías, decidieron disfrutarlas de todas maneras.

"Las hamburguesas siguen siendo riquísimas, ¡aún después de salvar a Pía!" - dijo Alan, riendo.

"¡Sí! Y nos hicimos súper héroes por un rato. ¿Qué más podemos hacer juntos?" - dijo Amatista con ojos brillantes.

Así, entre risas y juegos, Amatista y Alan pasaron el resto de la tarde hablando sobre cómo ayudar a otros y lo divertido que es compartir momentos especiales juntos. Aprendieron que, aunque un día puede comenzar con una hamburguesa, puede convertirse en una gran aventura llena de amistad y solidaridad.

Desde ese día, cada vez que Amatista y Alan se veían, recordaban a Pía y cuánto les gustaba ayudar. Y así, crecieron como amigos, siempre listos para vivir más aventuras juntos, haciendo del mundo un lugar mejor para todos.

FIN.

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