El Almuerzo sin Celulares
Había una vez en un pequeño barrio de Buenos Aires, una familia como cualquier otra: los Fernández. En la casa de los Fernández, los celulares habían tomado el control. Siempre que se sentaban a almorzar, cada uno estaba más enfocado en la pantalla de su celular que en la compañía del otro. Gabriela, la mamá, cocinaba deliciosas pastas, mientras que Tomás, el papá, trataba de unir a la familia en la mesa.
Un día, mientras todos estaban sumidos en las redes sociales, Tomás decidió que era hora de cambiar las cosas.
"Che chicos, ¿qué les parece si limitamos el uso de los celulares durante el almuerzo?" - propuso.
Los niños, Martín y Sofía, miraron a su papá con sorpresa.
"Pero papá, ¿qué haremos sin nuestros teléfonos?" - preguntó Sofía, que nunca se separaba de su celular.
"Podemos hablar, jugar o leer juntos. Hay un mundo entero fuera de esas pantallas. ¿Qué opinan?" - dijo Tomás con una sonrisa.
Después de un momento de hesitación, los niños asintieron.
"Está bien, probemos por una semana" - dijo Martín, mientras guardaba su celular en el bolsillo.
Los primeros días fueron un desafío. Durante el almuerzo, había silencios incómodos, y las conversaciones eran escasas. Pero poco a poco, empezaron a descubrir lo divertido que era charlar sobre sus días. Empezaron a jugar a adivinar personajes y a contar historias divertidas.
"¿Recuerdan aquella vez que nos perdimos en el parque?" - dijo Sofía, sonriente.
"¡Sí! Papá se subió a un árbol para buscarnos mientras mamá le gritaba que no lo hiciera!" - agregó Martín, riendo.
Cada almuerzo se volvía más ameno y lleno de risas. Comenzaron a incorporar juegos de mesa en las tardes, y las noches se llenaban de lecturas en familia.
"Este libro que estamos leyendo es increíble!" - exclamó Sofía.
"Sí, y tú eres la mejor narradora, Sofi" - le dijo Martín.
Una tarde, Martín tuvo una idea.
"Papá, ¿y si hacemos una competencia de cuentos? Cada uno tiene que inventar un cuento y lo contamos en la mesa de almuerzo!" - sugirió.
Todos estuvieron de acuerdo y así nació la
FIN.