El Amigo Alado de Fuzi



En un mundo muy lejano, existía una pequeña aldea llamada Uy5rnetg. Esta era habitada por seres muy extraños y coloridos que se diferenciaban entre sí por sus formas y tamaños.

Había unos que parecían peluches gigantes, otros con tentáculos enormes y algunos incluso con alas. Entre todos ellos, había uno en particular que destacaba por su tristeza. Se llamaba Fuzi y era un ser redondo de color celeste con muchos brazos cortos.

Siempre estaba solo y no tenía amigos porque los demás se burlaban de él. Un día, mientras caminaba por el bosque cercano a la aldea, Fuzi encontró a una pequeña criatura herida en el suelo.

Era una especie de pájaro con plumas verdes brillantes pero que no podía volar debido a su lesión en la pata. Fuzi decidió ayudarlo llevándolo a su casa para curarlo. Le preparó vendajes para sanar su herida y lo mantuvo caliente hasta que estuviera mejor.

El pájaro se sintió tan bien atendido que decidió quedarse allí junto a Fuzi como amigo. Desde ese día, los dos amigos pasaron mucho tiempo juntos explorando el bosque e inventando juegos divertidos para jugar juntos.

Los demás habitantes de Uy5rnetg notaron cómo Fuzi había cambiado: ya no estaba triste ni solo, sino feliz y rodeado de amor gracias a su nuevo amigo.

Un día, mientras jugaban cerca del río, el pájaro vio algo extraño flotando en el agua: ¡era un huevo! Los dos amigos decidieron cuidarlo juntos y esperar a que naciera el animal que estaba dentro. Después de un tiempo, finalmente llegó el día en que el huevo se abrió.

Para su sorpresa, no había un solo animal sino tres: dos pequeños pájaros idénticos al amigo de Fuzi y otro ser extraño con una forma muy peculiar. Los amigos se dieron cuenta rápidamente de que esta nueva criatura era diferente a todos ellos.

Tenía patas largas y delgadas, su cuerpo parecía estar hecho de hilos dorados y tenía una cola como la de un león. Se llamaba Lino. Lino también fue aceptado por Fuzi y sus amigos como uno más de la pandilla.

Juntos, siguieron explorando el bosque y aprendiendo cosas nuevas sobre sí mismos y sobre el mundo que los rodeaba.

Fuzi aprendió una gran lección gracias a sus amigos: nunca debemos juzgar a alguien por su apariencia o comportamiento porque siempre hay algo especial en cada uno de nosotros. Además, descubrió cómo la amistad puede cambiar nuestras vidas para mejor si nos damos la oportunidad de conocer gente nueva e interesante.

Desde ese día en adelante, Fuzi ya no se sintió solo ni triste porque sabía que siempre tendría a sus amigos cerca para compartir momentos felices juntos. Y así vivieron felices para siempre en Uy5rnetg, donde todos eran bienvenidos sin importar cómo fueran o qué hicieran.

FIN.

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