El amigo de la Tierra



Había una vez un niño llamado Tomás, que vivía en una pequeña ciudad rodeada de hermosos campos verdes. A pesar de tener muchos amigos y una familia amorosa, Tomás siempre se sentía solo y triste.

Un día, mientras caminaba por el parque, encontró un libro mágico escondido en un banco. Sin pensarlo dos veces, lo tomó entre sus manos y comenzó a leer.

En las páginas del libro había palabras escritas con colores brillantes que saltaban de la hoja. Al leer el primer capítulo, Tomás se dio cuenta de que el libro hablaba sobre la importancia de cuidar y respetar la naturaleza. Fue entonces cuando decidió hacer algo especial para ayudar al planeta Tierra.

Tomás decidió plantar árboles en su ciudad para ayudar a limpiar el aire y proporcionar sombra a las personas durante los calurosos días de verano. Con entusiasmo, fue al vivero local y compró varias semillas diferentes: manzana, naranja y cereza.

Con mucho cuidado, preparó pequeños agujeros en la tierra del parque y colocó cada semilla con cariño. Luego las cubrió con tierra fresca y las regó suavemente con agua.

Pasaron los días y Tomás visitaba todos los días su nuevo proyecto para asegurarse de que las semillas estuvieran creciendo bien. Un día soleado mientras regaba los árboles jóvenes, escuchó una voz dulce que salía del suelo:-¡Hola Tomás! ¡Gracias por cuidarnos! Tomás no podía creer lo que estaba escuchando.

Miró a su alrededor y vio que la tierra debajo de sus pies se había convertido en una cara sonriente. -¡Hola! -dijo Tomás, sorprendido-.

¿Eres la Tierra? -Sí, soy la Tierra y quiero agradecerte por cuidarme y plantar estos hermosos árboles. Ahora tengo más energía y los seres vivos pueden respirar un aire más limpio gracias a ti -respondió la voz. Tomás estaba emocionado de tener una amiga tan especial como la Tierra.

Desde ese día, pasaron mucho tiempo juntos explorando el parque y aprendiendo sobre las diferentes plantas y animales que habitaban allí. Un día, mientras jugaban cerca del río, Tomás notó algo extraño: el agua estaba muy sucia y llena de basura.

La tristeza invadió su corazón al ver cómo los patitos nadaban entre plásticos y latas. Inmediatamente, Tomás le preguntó a la Tierra qué podían hacer para ayudar al río.

La Tierra le respondió:-Podemos organizar una limpieza comunitaria para reagarrar toda esa basura del río. Juntos podemos marcar la diferencia. Tomás se entusiasmó con la idea e invitó a todos sus amigos del colegio a unirse a ellos en esta importante misión.

Juntos recolectaron bolsas llenas de basura y limpiaron el río hasta que quedó reluciente. La noticia se difundió rápidamente por toda la ciudad y muchas personas decidieron unirse también para mantener limpia su querida ciudad.

Desde aquel día, Tomás siguió trabajando junto con sus amigos para cuidar y proteger la Tierra. Se dio cuenta de que, al hacerlo, no solo estaba ayudando al planeta, sino también a sí mismo. La Tierra se convirtió en su mejor amiga y Tomás nunca volvió a sentirse solo o triste.

Juntos crearon un mundo más limpio y hermoso para vivir, donde todos los seres vivos pudieran disfrutar de la naturaleza en armonía.

Y así, Tomás aprendió que cada pequeña acción puede marcar una gran diferencia si se hace con amor y dedicación. Desde entonces, enseñó a otros niños cómo pueden convertirse en amigos de la Tierra y juntos construir un mundo mejor. Fin.

FIN.

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