El Amigo de las Plumas


Había una vez un niño llamado Vicente, que vivía en un pequeño pueblo de Argentina. Vicente era muy curioso y siempre estaba buscando nuevas aventuras.

Un día, mientras caminaba por el mercado del pueblo, vio algo que le llamó mucho la atención: una pelela de colores brillantes. Vicente se acercó corriendo hacia la tienda y preguntó al dueño qué era ese objeto tan extraño.

El dueño le explicó que era una pelela, un utensilio utilizado para los bebés cuando están aprendiendo a ir al baño. Vicente nunca había visto algo así antes y su mente empezó a volar con mil ideas. "-¿Puede ser mía? ¿Puedo llevármela a casa?" -preguntó emocionado Vicente.

El dueño sonrió y le dijo: "-Si te portas bien durante toda la semana, puedes venir a buscarla el próximo sábado". Vicente aceptó el desafío y salió de la tienda con una enorme sonrisa en su rostro.

Durante toda esa semana, se portó como todo un caballero: ayudaba en casa, hacía sus tareas sin protestar y hasta compartió sus juguetes con su hermanito menor. Finalmente llegó el tan esperado sábado. Vicente corrió hacia la tienda del mercado para reagarrar su preciada pelela.

Estaba tan emocionado que no podía dejar de reírse mientras iba hacia allí.

Cuando llegó a la tienda, el dueño lo felicitó por haberse portado tan bien durante toda la semana y le entregó la pelela envuelta en papel brillante. "-¡Gracias! ¡Gracias! ¡No puedo esperar para probarla!" -exclamó Vicente emocionado. Vicente corrió de vuelta a su casa, llevando la pelela con mucho cuidado.

Cuando llegó, mostró su regalo a toda su familia y todos se sorprendieron por lo contento que estaba Vicente con algo tan simple como una pelela. Los días siguientes, Vicente pasaba horas jugando con su nueva pelela.

La utilizaba como un sombrero, como un barco pirata e incluso como una silla para sus muñecos. Pero también comenzó a preguntarse si la pelela tenía alguna otra utilidad además de ser un juguete divertido.

Un día, mientras observaba a los pájaros volar en el parque del pueblo, tuvo una idea brillante: podría utilizar la pelela para alimentar a los pajaritos que vivían allí. Sin perder tiempo, llenó la pelela con migas de pan y se dirigió al parque. Los pajaritos se acercaron rápidamente y empezaron a comer las migajas de pan con alegría.

Vicente sonreía mientras veía cómo los pequeños pájaros disfrutaban de su comida. A partir de ese día, Vicente se convirtió en el "Amigo de los Pájaros".

Todos los días llevaba su pelela llena de comida al parque y compartía momentos especiales con sus nuevos amigos emplumados. La noticia sobre el niño que alimentaba a los pájaros pronto se extendió por todo el pueblo y muchas personas empezaron a seguir el ejemplo de Vicente.

El parque se llenó de risas y cantos gracias al gesto bondadoso de un niño con su pelela. Vicente aprendió una valiosa lección: que incluso los objetos más simples pueden tener diferentes utilidades y brindar alegría a otras personas.

Además, descubrió que un pequeño acto de bondad puede generar grandes cambios en el mundo. Desde ese día, Vicente continuó siendo el "Amigo de los Pájaros" y su historia se convirtió en un ejemplo para todos en el pueblo.

Y todo comenzó gracias a una simple pelela que le regalaron.

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