El amigo del desagüe



Había una vez en la ciudad de Buenos Aires, un pequeño niño llamado Mateo. A pesar de ser valiente y aventurero, tenía un gran miedo a los monstruos.

Siempre que veía una sombra oscura o escuchaba algún ruido extraño, su corazón comenzaba a latir rápidamente y se escondía debajo de las sábanas. Un día, mientras jugaba con sus amigos en el parque, uno de ellos mencionó haber visto un monstruo viviendo en las alcantarillas.

Mateo no podía creerlo y decidió investigar por sí mismo para enfrentar su mayor temor. Esa noche, cuando todos estaban durmiendo plácidamente, Mateo se levantó sigilosamente de su cama y agarró una linterna antes de dirigirse hacia la alcantarilla más cercana.

La luz tenue iluminaba su camino mientras descendía cautelosamente por la escalera metálica. Al llegar al fondo, Mateo estaba rodeado por tuberías oxidadas y agua sucia que goteaba constantemente.

El sonido resonante lo hacía sentir aún más asustado, pero sabía que debía continuar si quería superar sus miedos. De repente, escuchó un ruido proveniente del túnel oscuro frente a él. Su corazón empezó a latir descontroladamente mientras avanzaba lentamente hacia el origen del sonido.

"¿Quién está ahí?"- preguntó temeroso Mateo. "¡Soy yo! ¡No te preocupes!"- respondió una voz amigable desde las sombras. Mateo se acercó con precaución y vio a un pequeño monstruo sentado en el suelo.

Tenía la piel verde y escamosa, pero sus ojos brillaban con amabilidad. "¿Tú eres el monstruo de las alcantarillas?"- preguntó Mateo sorprendido. El pequeño monstruo sonrió y dijo:"No soy un monstruo aterrador, soy un Monstruito Amigable. Vivo aquí porque es tranquilo y nadie me molesta".

Mateo se dio cuenta de que había estado equivocado todo este tiempo. No todos los monstruos eran malos ni querían hacerle daño. De hecho, este Monstruito Amigable solo quería encontrar un lugar seguro para vivir.

"Lo siento por haber tenido miedo de ti"- dijo Mateo avergonzado-. "Ahora entiendo que no debemos juzgar a alguien por su apariencia". El Monstruito Amigable asintió con alegría y le mostró a Mateo su hogar subterráneo.

Había creado una biblioteca llena de libros e incluso tenía pinturas colgadas en las paredes. "Me encanta leer y pintar", explicó el Monstruito Amigable-. "Estas actividades me ayudan a pasar el tiempo y olvidarme de mi soledad".

Mateo se sintió inspirado por la valentía del Monstruito Amigable al enfrentarse a la vida bajo tierra. Decidió llevar algunos libros ilustrados para compartir con él cada vez que lo visitara.

A partir de ese día, Mateo dejó atrás su miedo a los monstruos y comenzó a ver más allá de las apariencias superficiales. Aprendió que todos merecen ser tratados con amabilidad y respeto, sin importar cómo sean por fuera.

Y así, Mateo y el Monstruito Amigable se hicieron grandes amigos, compartiendo historias y risas en las profundidades de las alcantarillas. Juntos, demostraron que la verdadera valentía radica en superar nuestros miedos y abrir nuestro corazón a nuevas amistades.

FIN.

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