El amigo en las ruinas


Había una vez un niño llamado Daren, un chico pelinegro y bastante callado. Un día, Daren decidió explorar unas ruinas antiguas cerca de su casa, pero accidentalmente se perdió en medio de las estructuras derruidas. El pequeño, asustado y desorientado, comenzó a llorar desconsoladamente, deseando con todas sus fuerzas volver a su hogar. Sus lágrimas, sin que él lo supiera, atrajeron la atención de una misteriosa criatura, una figura femenina extremadamente delgada y alta, de piel pálida y con un sombrero que ocultaba parte de su rostro.

La criatura se acercó a Daren, provocando en él una sensación de miedo y alivio al mismo tiempo. Sin mediar palabra, la figura comenzó a cuidar de Daren de una forma desafiante y misteriosa. Sin embargo, la presencia de la criatura asustaba a Daren, y sus intentos de ayudarlo resultaban aterradores para el niño. A pesar de esto, la criatura persistía en su empeño por protegerlo, aunque de una manera que generaba temor en el pequeño.

Con el paso de las semanas, la actitud de la criatura se tornó más inquietante. Daren se sentía cada vez más débil, su risa desapareció y poco a poco dejó de comer. La criatura, cuya presencia se había vuelto opresiva y siniestra, observaba con atención los síntomas del niño... hasta que un día, Daren ya no pudo más y falleció. En ese momento, la criatura soltó una risa siniestra que resonó en toda la ruinosa estructura.

Pero esta no es una historia de tristeza y desesperanza, sino de enseñanzas y aprendizaje. Aunque Daren ya no estaba físicamente presente, su espíritu permaneció cerca de las ruinas donde perdió la vida. El niño pudo ver que, a pesar de la forma aterradora en la que la criatura intentó cuidarlo, ésta en realidad estaba tratando de protegerlo, aunque su actuar fue erróneo y malinterpretado. Daren comprendió que la criatura, en su extraña y desafiante manera, actuó por un sentido de cuidado y protección hacia él.

Su espíritu, entonces, decidió convertirse en luz, una luz brillante y cálida que iluminó las ruinas y llevó consuelo a la solitaria criatura. La presencia del niño calmó el espíritu atormentado de la criatura, quien finalmente encontró la paz, liberándose de su apariencia aterradora y abrazando una forma más serena y acogedora.

Y así, juntos, Daren y la criatura transformada cuidaron de las ruinas, convirtiéndolas en un lugar seguro y lleno de paz para todos aquellos que se aventuraran a explorarlas. La lección que nos deja esta historia es que, a veces, las apariencias pueden ser engañosas, y que en los momentos de mayor miedo y desesperación, es posible encontrar amistad y comprensión.

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