El amigo inesperado



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Alegre, una niña llamada Sofía y un niño llamado Lucas. Ambos eran vecinos y mejores amigos desde que tenían memoria. Juntos, siempre buscaban aventuras y nuevos juegos para divertirse.

Un día, mientras exploraban el bosque cercano a sus casas, escucharon un ruido extraño proveniente de un rincón apartado. Curiosos como siempre, se acercaron sigilosamente para descubrir qué era lo que estaba sucediendo.

Para su sorpresa, encontraron a un ogro solitario llorando bajo un árbol. El ogro se llamaba Bartolo y había sido rechazado por los demás habitantes del pueblo debido a su apariencia intimidante.

Sofía y Lucas se miraron con determinación en los ojos y decidieron acercarse al ogro para hablar con él. "Hola Bartolo", dijo Sofía con voz amable. "¿Por qué estás tan triste?"Bartolo levantó la cabeza sorprendido por la presencia de los niños. Nunca antes alguien le había hablado sin miedo.

"Nadie quiere jugar conmigo porque soy diferente", respondió Bartolo entre sollozos. "Pero en realidad, solo quiero tener amigos". Lucas sonrió comprensivamente mientras extendía su mano hacia el ogro. "Nosotros queremos ser tus amigos", dijo Lucas.

"No importa cómo te veas, lo importante es cómo eres por dentro". El rostro de Bartolo se iluminó ante las palabras de los niños. Por primera vez en mucho tiempo, sintió esperanza y felicidad en su corazón.

A partir de ese día, Sofía, Lucas y Bartolo se convirtieron en inseparables. Juntos, exploraron el bosque, construyeron cabañas y jugaron a las escondidas. Los niños descubrieron que el ogro tenía un corazón bondadoso y tierno.

Sin embargo, no todos los habitantes del pueblo estaban contentos con esta nueva amistad. El señor Grunch, un hombre malhumorado y temeroso de los ogros, decidió separar a Bartolo de los niños.

"¡Es peligroso! ¡No deberían estar jugando con ese ogro!", gritaba el señor Grunch mientras intentaba alejar al ogro de sus amigos. Pero Sofía y Lucas no se dejaron intimidar por las palabras del señor Grunch. Sabían que su amigo Bartolo era especial y que merecía ser tratado con amor y respeto.

Los niños idearon un plan para demostrarle al pueblo entero la verdadera naturaleza de Bartolo. Organizaron una gran fiesta en el parque central e invitaron a todos los habitantes del pueblo.

Cuando llegó el día de la fiesta, Sofía tomó el micrófono frente a todos y comenzó a hablar. "Hoy queremos mostrarles lo maravilloso que es nuestro amigo Bartolo", dijo Sofía. "Él nos ha enseñado que no debemos juzgar por las apariencias".

Lucas asintió emocionado mientras llevaba al escenario a Bartolo. Las personas miraban sorprendidas ante la presencia del ogro, pero poco a poco comenzaron a darse cuenta de lo amable y gentil que era. Bartolo sonreía tímidamente mientras saludaba a cada uno de los habitantes del pueblo.

Poco a poco, el miedo y el prejuicio fueron desapareciendo. Desde aquel día, Bartolo se convirtió en un miembro más de la comunidad.

Los niños lograron cambiar la forma en que las personas veían a los ogros, demostrando que todos merecen una oportunidad para ser amados y aceptados. Y así, gracias a la valentía y compasión de Sofía y Lucas, Villa Alegre se convirtió en un lugar donde no existían barreras ni prejuicios.

Un lugar donde todos podían jugar juntos sin importar cómo fueran por fuera. El mensaje de esta historia es claro: nunca debemos juzgar a alguien por su apariencia física. Todos merecemos ser tratados con amor y respeto.

Y quién sabe, tal vez encontraremos grandes amigos donde menos lo esperamos.

FIN.

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