El amigo inesperado de la cueva Escobar
Había una vez, en un pequeño pueblo rodeado de montañas y bosques, un niño llamado Vergel. Vergel era valiente, curioso e intrépido, siempre dispuesto a explorar nuevos lugares y descubrir secretos escondidos.
Un día, mientras jugaba en el bosque con sus amigos, escuchó hablar sobre el monstruo de la cueva Escobar. Se decía que en lo más profundo de la cueva vivía un monstruo feroz que asustaba a todos los habitantes del pueblo.
Algunos decían que tenía dientes afilados como cuchillos, otros aseguraban que lanzaba fuego por la boca. Vergel, lejos de sentir miedo, sintió una gran curiosidad por conocer al monstruo de la cueva Escobar.
Decidió emprender una aventura para descubrir la verdad detrás de las historias que tanto temor causaban en su comunidad. Con valentía y determinación, Vergel se adentró en el oscuro bosque hasta llegar a la entrada de la cueva Escobar.
A medida que avanzaba por los pasadizos estrechos y húmedos, pudo escuchar extraños ruidos que resonaban en las paredes. De repente, una sombra gigante se interpuso en su camino.
Era el monstruo de la cueva Escobar: alto como un árbol, con escamas brillantes y ojos tan grandes como lunas llenas. "¿Quién eres tú y qué haces aquí?", gruñó el monstruo con voz profunda. Vergel no titubeó y respondió con coraje: "Soy Vergel, un niño del pueblo vecino.
He venido a conocer tu historia y descubrir si realmente eres tan malvado como dicen. "El monstruo lo miró sorprendido por su valentía y lentamente comenzó a contarle su historia.
Resulta que años atrás había llegado herido al bosque buscando refugio, pero al verlo tan grande y diferente los habitantes del pueblo lo habían juzgado sin darle oportunidad alguna. Vergel comprendió entonces que el monstruo no era malvado ni peligroso; solo era incomprendido y solitario.
Decidió hacer algo al respecto para cambiar la percepción de las personas hacia él. Juntos trabajaron para limpiar la cueva Escobar y convertirla en un lugar acogedor para todos. Vergel contó a los habitantes del pueblo sobre su encuentro con el monstruo y cómo juntos estaban construyendo amistad y confianza.
Poco a poco, gracias al ejemplo de Vergel, los niños empezaron a visitar la cueva Escobar sin miedo; descubriendo así que el verdadero valor está en superar prejuicios e inseguridades para encontrar amistades inesperadas donde menos se espera.
Y así fue como Vergel enseñó a todos una importante lección: nunca juzgar sin antes conocer realmente a alguien; porque detrás de cada apariencia puede esconderse un corazón noble esperando ser descubierto.
FIN.