El amigo invisible del corazón


Había una vez en un pequeño pueblo de Argentina, un niño llamado Tomás. Tomás era un niño muy alegre y siempre tenía una sonrisa en su rostro.

Vivía con sus padres y su abuelo, quien era su mejor amigo. Un día, mientras Tomás jugaba en el jardín de su casa, encontró una caja misteriosa debajo de un árbol.

La caja estaba envuelta en papel de regalo brillante y tenía una tarjeta que decía: "Para Tomás, de tu amigo invisible". Tomás se emocionó mucho al ver la caja y rápidamente corrió hacia adentro para mostrársela a sus padres. Ellos también estaban intrigados por el regalo misterioso, pero no sabían quién podría haberlo dejado allí.

"¿Tienes alguna idea de quién pudo haber sido?", preguntó papá. "No tengo ni la más mínima idea", respondió Tomás con entusiasmo. Decidieron abrir la caja juntos y dentro encontraron un libro titulado "El poder del amor".

Era un libro lleno de historias inspiradoras sobre cómo hacer del mundo un lugar mejor a través del amor y la amabilidad. Tomás comenzó a leer el libro junto a su abuelo todas las noches antes de dormir.

Cada historia le enseñaba algo nuevo sobre cómo ser amable con los demás y hacer pequeñas cosas que podían marcar una gran diferencia en el mundo.

Un día, mientras caminaba por el parque cerca de su casa, Tomás vio a un niño triste sentado solo en un banco. Se acercó lentamente hacia él y le preguntó qué le pasaba. "Estoy solo y no tengo amigos", respondió el niño con tristeza. Tomás recordó una de las historias del libro sobre cómo ser un buen amigo.

Decidió invitar al niño a jugar con él y sus amigos en el parque. Pronto, el niño se sintió feliz y emocionado de tener nuevos amigos.

A medida que pasaban los días, Tomás se dio cuenta de que su amigo invisible no era realmente invisible, sino que estaba presente en cada acto amable que realizaba.

Ya sea ayudando a su abuelo en el jardín o compartiendo sus juguetes con otros niños, Tomás sabía que su amigo invisible siempre estaba allí para guiarlo por el camino correcto. Un día, mientras caminaba por la calle, Tomás vio a una señora mayor intentando cruzar la calle llena de autos.

Sin pensarlo dos veces, corrió hacia ella y la ayudó a cruzar de manera segura. La señora quedó asombrada por la amabilidad del pequeño Tomás y le preguntó:"¿Cómo supiste que necesitaba ayuda?"Tomás sonrió y respondió:"Mi amigo invisible me enseñó a prestar atención a las necesidades de los demás".

La señora le dio las gracias y le dijo lo especial que era tener un amigo como él. Desde ese día, Tomás continuó haciendo actos amables en su comunidad.

Ayudaba a limpiar el parque, visitaba a personas mayores solas y siempre tenía una palabra amable para todos. Con cada acto amable, Tomás se sentía más feliz y realizado.

Sabía que aunque su amigo invisible nunca apareciera físicamente frente a él, siempre estaría presente en su corazón y en todas las buenas acciones que realizaba. Y así, Tomás aprendió que un amigo invisible no necesita ser visto para tener un impacto positivo en el mundo.

Simplemente necesita estar presente desde la sencillez y entregarse a este mundo con amor y amabilidad.

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