El amigo que encontré entre las páginas
Había una vez en el tranquilo pueblo de Villa Seta, un niño llamado Mateo. A Mateo le encantaba leer, y pasaba horas en la biblioteca disfrutando de emocionantes aventuras y aprendiendo sobre el mundo. Un día, mientras hojeaba un libro, se encontró con un personaje muy peculiar. No era un personaje de la historia, sino un niño de su edad en las ilustraciones. Su nombre era Emiliano.
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Mateo, sorprendido, exclamó: "¡Hola! ¿Quién eres?"
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Emiliano, con una mirada triste, respondió: "Soy solo un personaje de papel, nadie me presta atención."
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A pesar de la respuesta de Emiliano, Mateo sintió una profunda conexión con él. Decidió que quería ser amigo de ese chico de las páginas, aun cuando Emiliano le dijo que no quería tener amigos. Igualmente, Mateo no se rindió.
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Con paciencia, día tras día, Mateo visitaba la biblioteca y leía una y otra vez el libro en el que encontró a su nuevo amigo. Y cada vez que volvía, conversaba con Emiliano, le contaba sobre su día y le enseñaba todo lo que había aprendido.
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Poco a poco, Emiliano empezó a cambiar. Sus ojos tristes se iluminaron, y una sonrisa tímida comenzó a asomar en su rostro. Comenzó a sentirse menos solo, gracias a la constante compañía de Mateo.
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Un día, mientras Mateo leía, notó que unas palabras aparecieron en la página al lado de Emiliano: "Gracias, Mateo, por ser mi amigo".
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Desde ese día, Emiliano y Mateo se convirtieron en los mejores amigos. Juntos, compartieron aventuras, aprendieron cosas nuevas y, sobre todo, disfrutaron de una amistad que traspasaba las páginas de un libro.
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La lección que Mateo aprendió fue que la amistad puede nacer en los lugares más inesperados, y que con perseverancia y afecto, se pueden cambiar los corazones más cerrados.
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FIN.