El amigo que necesitaba



Felipe era un niño muy curioso y aventurero. Siempre le gustaba explorar nuevos lugares y descubrir cosas interesantes. Un día, mientras paseaba por el parque de su barrio, encontró a un grupo de niños jugando al fútbol.

- ¡Hola chicos! ¿Puedo jugar con ustedes? - preguntó Felipe entusiasmado. - Claro que sí, pero tienes que ser bueno - respondió uno de los niños. Felipe se unió al juego y demostró sus habilidades en el campo.

Los demás niños quedaron impresionados con su destreza y comenzaron a tratarlo como uno más del grupo. Mientras jugaban, Felipe notó que había un niño más pequeño observándolos desde lejos. Se acercó a él para preguntarle si quería jugar también.

- Hola, ¿cómo te llamas? - preguntó Felipe amablemente. - Me llamo Tomás, pero no sé jugar al fútbol - respondió tímidamente el niño. - No te preocupes, yo te enseñaré - dijo Felipe con una sonrisa en su rostro.

Así fue como Felipe pasó de ser un jugador más del grupo a convertirse en el entrenador personal de Tomás. Le enseñó los movimientos básicos del fútbol y lo ayudó a mejorar su técnica. Pero la historia no termina aquí.

Un día, mientras estaban practicando juntos en el parque, Tomás vio a unos chicos mayores molestando a otro niño más pequeño. Sin pensarlo dos veces, corrió hacia ellos para defender al indefenso niño.

Felipe se sorprendió por la valentía de su amigo y se unió a la lucha contra los matones. Juntos lograron ahuyentar a los agresores y salvar al niño. - ¡Eso fue increíble, Tomás! - exclamó Felipe emocionado.

- Gracias por enseñarme a ser valiente como tú - respondió Tomás con una sonrisa en su rostro. Desde ese día, Felipe y Tomás se convirtieron en grandes amigos y siempre estaban dispuestos a ayudar a otros niños que necesitaban su ayuda.

Aprendieron que la amistad y el valor son las cualidades más importantes que puede tener una persona. Y así, cada vez que Felipe paseaba por el parque, recordaba lo importante que es ser solidario con los demás.

FIN.

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