El amigo sabio del tren rojo


Había una vez un tren muy especial llamado "El tren rojo". Era conocido por recorrer todo el mundo y llevar a los niños a aventuras increíbles.

Su locomotora era de un intenso color rojo y tenía unos ojos grandes y brillantes que parecían mirar fijamente a todos los pasajeros. Un día, mientras viajaba por el campo, El tren rojo se detuvo en medio de la vía.

Los niños se asomaron por las ventanas para ver qué había sucedido, pero no encontraron nada fuera de lo común. Entonces, la voz del maquinista resonó por todo el vagón:-¡Atención! Parece que tenemos un problema con la vía. Debemos esperar aquí hasta que lo solucionen.

Los niños comenzaron a impacientarse. ¿Qué harían durante tanto tiempo? Pero entonces, El tren rojo les habló:-¿Quieren hacer algo divertido mientras esperamos? -¡Sí! -gritaron emocionados los niños. -Bien -dijo El tren rojo-.

Les propongo un juego: cada uno debe contar una historia sobre algún lugar que haya visitado. Los niños empezaron a contar historias sobre sus viajes favoritos: playas paradisíacas, montañas altísimas y ciudades llenas de luces. Mientras tanto, El tren rojo escuchaba con atención cada palabra y sonreía felizmente.

De repente, uno de los chicos contó una historia triste sobre cómo había perdido su pelota favorita en un río cerca de su casa. Todos se sintieron mal al escucharla y algunos incluso comenzaron a llorar.

Entonces, El tren rojo decidió intervenir:-¿Saben qué? Yo también tengo una historia para compartir con ustedes. Hace mucho tiempo, cuando era un tren nuevo, tuve un accidente y quedé varado en medio del desierto. Pensé que nunca volvería a moverme de allí.

Pero entonces apareció un grupo de niños que me ayudaron a salir de allí y me llevaron a recorrer el mundo.

Los niños escuchaban atentamente mientras El tren rojo continuaba:-Lo que quiero decirles es que todos podemos tener momentos difíciles en la vida, pero siempre hay alguien dispuesto a ayudarnos. A veces son amigos, otras veces son familiares o incluso desconocidos como esos niños que me rescataron en el desierto.

Lo importante es no perder la esperanza y seguir adelante. Los niños se sintieron reconfortados por las palabras del tren rojo y comenzaron a aplaudir emocionados. De repente, llegó la noticia de que la vía estaba arreglada y El tren rojo pudo continuar su viaje.

Pero esta vez, los niños lo veían con otros ojos: no solo era un medio de transporte divertido, sino también un amigo sabio y comprensivo.

Desde ese día en adelante, cada vez que El tren rojo hacía una parada imprevista durante sus viajes alrededor del mundo, los niños contaban historias mientras él les enseñaba valiosas lecciones sobre la vida.

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