El amigo sin novia
Había una vez un niño llamado Martín, que tenía un amigo llamado Tomás. Martín estaba muy emocionado porque su amigo Tomás se había conseguido novia.
Estaban todos en el parque, y Martín se acercó a Tomás para felicitarlo: -¡Felicidades, Tomás! Oí que conseguiste una novia, eso es genial. -Sí, Martín, estoy muy contento. ¡Ella es maravillosa! -respondió Tomás con una sonrisa en el rostro.
Sin embargo, al observar a su amigo, Martín notó que estaba triste y le preguntó qué le sucedía. Tomás suspiró y confesó: -Es solo que me pone un poco triste porque yo no tengo novia, y me gustaría tener a alguien especial en mi vida.
Martín no sabía qué decir, pero no soportaba ver a su amigo triste, así que decidió ayudarlo. Martín recordó que en el parque vivía una hada que concedía deseos a los niños que la trataban con bondad.
Entonces, llevó a Tomás a un rincón apartado del parque donde se presumía que vivía la hada. -Tomás, tenemos que pedirle un deseo a la hada del parque. Ella seguro nos puede ayudar. Al principio, Tomás dudó, pensando que era una locura, pero finalmente accedió a acompañar a su amigo.
Al encontrarse con el hada, Martín le explicó la situación y le pidió que ayudara a su amigo a encontrar una novia.
El hada escuchó atentamente y tomó una ramita mágica, la agitó tres veces y le dijo a Tomás: -Ahora, cada vez que te mires al espejo, verás todo lo maravilloso que hay en ti. Recuerda que para encontrar el amor, primero debes amarte a ti mismo. Tomás no entendió muy bien qué significaba eso, pero agradeció al hada por su magia.
A partir de ese día, Martín ayudó a Tomás a mejorar su autoestima, animándolo y recordándole lo grandioso que era. También lo acompañó a conocer nuevas personas, a participar en actividades divertidas y a encontrar cosas que disfrutaba hacer.
Con el tiempo, Tomás dejó de pensar en tener una novia y se enfocó en disfrutar su vida al máximo. Descubrió que le encantaba tocar la guitarra, practicar deportes y ayudar a las personas.
Además, se dio cuenta de que muchos chicos y chicas querían ser amigos de él. Un día, mientras tocaba la guitarra en el parque, conoció a una chica llamada María, quien también amaba la música. Se hicieron amigos y compartieron momentos muy divertidos juntos.
Pronto, Tomás se dio cuenta de que la amistad con María era muy valiosa y que no necesitaba tener novia para ser feliz.
Al final, entendió que lo más importante era amarse a sí mismo, disfrutar su vida, rodearse de amigos genuinos y esperar a que el amor llegara cuando fuera el momento adecuado. Martín se alegró mucho al ver a su amigo sonreír de nuevo, y juntos siguieron disfrutando de sus aventuras en el parque.
Y desde entonces, Tomás nunca más lloró por no tener novia, porque sabía que lo más importante era encontrar la felicidad en sí mismo y en las personas maravillosas que lo rodeaban.
FIN.