El Amigo Uno y los Colores del Arcoíris


Había una vez en un hermoso pueblo llamado Arcoíris, donde todos los colores vivían juntos en armonía. Cada uno de ellos tenía su propia personalidad y se llevaban muy bien.

El color Rojo era el más valiente y siempre estaba dispuesto a ayudar a sus amigos. El Amarillo era muy alegre y llenaba de energía a todos los que estaban cerca de él. El Azul era tranquilo y sabio, siempre daba buenos consejos.

El Verde era amante de la naturaleza y le encantaba cuidar las plantas. Y finalmente, el Violeta era creativo e imaginativo, siempre inventando cosas nuevas.

Un día, mientras los colores jugaban juntos en el parque del pueblo, apareció un número misterioso llamado Uno. Era pequeño pero muy curioso y quería ser amigo de todos los colores. -¡Hola! Soy Uno -dijo con entusiasmo-. ¿Puedo jugar con ustedes? Los colores se miraron entre sí sorprendidos por la visita inesperada.

-¡Claro que sí! ¡Bienvenido! -respondió Rojo-. Nos encanta hacer nuevos amigos. Desde ese día, Uno se convirtió en parte del grupo de amigos del arcoíris. Juntos pasaban horas jugando al escondite, pintando hermosos cuadros y aprendiendo cosas nuevas cada día.

Sin embargo, no todo fue tan fácil como parecía. Un día llegó un número diferente al pueblo: el Dos. Era mucho más grande que Uno y parecía querer llamar toda la atención para sí mismo.

-¡Hola! Soy Dos -dijo con voz fuerte-. Me gustaría ser amigo de ustedes. Los colores se miraron entre sí, un poco confundidos. No sabían cómo reaccionar ante la llegada de este nuevo número. -¡Hola, Dos! -dijo Amarillo con una sonrisa-.

Somos el grupo del arcoíris y ya tenemos un amigo llamado Uno. ¿Te gustaría unirte a nosotros? Dos pareció pensarlo por un momento y luego respondió:-Claro que sí, me encantaría ser parte de su grupo.

Poco a poco, Dos comenzó a encajar con los colores y todos disfrutaban de su compañía. Juntos exploraron nuevas aventuras y aprendieron cosas interesantes sobre los números y las formas. Un día, mientras jugaban en el parque, apareció otro número llamado Tres.

Este número era aún más grande que Dos y quería ser el líder del grupo. -Hola a todos -dijo Tres con voz autoritaria-. Creo que deberían seguirme porque soy el más grande y poderoso.

Los colores se miraron entre sí preocupados por la actitud arrogante de Tres. Sabían que debían hacer algo para mantener la paz en su amistad. -Rojo tiene razón -intervino Azul-. Todos somos amigos aquí y no necesitamos competir ni pelear por ser los mejores.

La verdadera amistad se basa en respeto mutuo y apoyo incondicional. Los demás colores asintieron con acuerdo mientras Tres reflexionaba sobre las palabras de Azul.

Poco a poco, comprendió que no importaba cuánto poder tuviera o cuán grande fuera, lo importante era tener amigos verdaderos con quienes compartir momentos especiales.

Desde ese día, los colores aprendieron una valiosa lección: la verdadera amistad no se basa en el tamaño, el poder o la competencia, sino en el respeto y la aceptación de cada individuo tal como es. Y así, los colores continuaron viviendo en armonía en el pueblo de Arcoíris, compartiendo risas, alegrías y aventuras juntos.

Aprendieron que los números también pueden ser amigos si se les da una oportunidad. Y desde entonces, todos vivieron felices y coloridos para siempre.

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