El Amor de Alex y Perla
En un pequeño pueblo rodeado de montañas, vivían dos amigos llamados Alex y Perla. Desde pequeños, estos dos habían compartido risas, juegos y aventuras. Pero conforme crecieron, sus sentimientos comenzaron a cambiar.
Un día, mientras jugaban en el jardín, Alex tomó coraje y le dijo a Perla:
"¡Perla! Me gusta mucho pasar tiempo contigo. Eres divertida y siempre me haces reír."
Perla, emocionada, sonrió ligeramente, pero también se sintió nerviosa. Ella había sentido lo mismo, pero no sabía cómo decírselo. En lugar de responder, simplemente reía y miraba hacia otro lado. Esto hizo que Alex se sintiera un poco confundido.
Los días pasaban y cada vez que estaban juntos había risas, y a veces, disgustos.
"¿Por qué siempre tienes que tomar el liderazgo en todo, Alex?" - dijo Perla un día, mientras jugaban al fútbol con otros chicos.
"Porque así soy yo, Perla. Siempre me gusta hacer las cosas rápido" - replicó Alex, frustrado.
Esa discusión terminó en un pequeño enfado, pero rápidamente se dieron cuenta de que eso no importaba tanto. Se abrazaron y rieron de lo tontos que habían sido. Sin embargo, la tensión entre ellos persistía, pues ambos sentían que había algo más que solo amistad.
Un fin de semana, decidieron ir juntos a la feria del pueblo. Allí, disfrutaron de juegos, dulces y risas. Mientras estaban en la noria, el corazón de Alex latía más rápido que nunca.
"Perla, si pudiera, te llevaría al cielo en esta noria y te haría ver las estrellas desde allá arriba" - dijo Alex, con una sonrisa en su rostro.
"¡Qué romántico! Pero en el cielo me perdería, prefiero que me lleves a comer una torta de dulce de leche" - contestó Perla, riendo.
Esa tarde, entre juegos y risas, se dieron cuenta de que realmente se gustaban. Pero eso también trajo confusiones y nuevos conflictos. Un día, al intentar dar su primer beso, Perla se sintió nerviosa:
"No sé si estoy lista, Alex. ¿Y si se siente raro?" - dijo con preocupación.
"Está bien, no hay apuro. Haremos lo que nos haga sentir cómodos" - respondió Alex, tratando de ser comprensivo.
A veces discutían, a veces reían, pero todo esto los hacía más fuertes. Un día, después de una ruidosa pelea por una broma que Alex le hizo a Perla, ella decidió no hablarle por un tiempo. Pero al final, no pudo evitarlo y lo buscó:
"Lo siento, Alex. Me enojé, pero me di cuenta que te extraño mucho."
"Yo también te extraño, Perla. A veces me doy cuenta que te quiero mucho más de lo que pensé."
Y así fue como comenzaron a hablar más sobre sus sentimientos. Aprendieron juntos sobre la comunicación, la importancia de pedir disculpas y de no tomar las cosas por sentado.
Una noche, mientras estaban sentados en un banco del parque, Alex tomó la mano de Perla y se la llevó al corazón.
"¿Sabes? Tenerte a mi lado me hace feliz. ¿Podemos ser algo más?" - le preguntó con miedo.
"Sí, pero dudo que sea tan sencillo..." - respondió Perla, sintiendo cómo su pecho se llenaba de mariposas.
Decidieron que darían un paso más en su relación, pero sin presiones ni miedos. En ese trayecto, ayudaron a aclarar sus sentimientos sobre lo que deseaban en su relación. Aprendieron que el Amor no solo es felicidad, sino también entender y compartir sinceramente.
El tiempo pasó, y las aventuras de Alex y Perla se llenaron de más risas, juegos, y juntos aprendieron la importancia de ser un equipo. Supieron que la clave del amor estaba en la comunicación, el respeto y en disfrutar de los momentos juntos.
Al final del día, Alex y Perla se dieron cuenta de que el amor verdadero no solo se trata de momentos perfectos, sino también de estar presente en los malos momentos y aprender el uno del otro, y así, incluso después de las peleas, siempre volverán a encontrar el camino de vuelta hacia el corazón del otro.
Así es como Alex y Perla se convirtieron no solo en amigos, sino en una maravillosa pareja que entiende y respeta el amor que comparten.
FIN.