El amor de Apolo


Érase una vez en un pequeño pueblo, un perro callejero llamado Apolo. Apolo era un perro amigable y cariñoso que siempre estaba buscando a alguien con quien jugar.

Un día, mientras paseaba por el parque, se encontró con una enfermera llamada Sofía y un futbolista llamado Martín. Sofía estaba descansando después de su turno en el hospital cuando vio a Apolo acercarse a ella moviendo la cola con entusiasmo.

Al principio, Sofía estaba un poco nerviosa porque no conocía al perro, pero pronto se dio cuenta de lo amigable que era. "Hola, bonito ¿cómo te llamas?" preguntó Sofía acariciando la cabeza de Apolo.

Apolo respondió ladrando felizmente y comenzó a dar vueltas alrededor de Sofía como si quisiera jugar. Mientras tanto, Martín estaba entrenando en el campo de fútbol cercano cuando vio a Apolo correteando cerca de él. Martín se agachó para acariciar al perro y notó la placa con su nombre.

"¡Apolo! ¡Qué buen nombre tienes!" exclamó Martín mientras jugaba con él. Apolo saltaba emocionado entre los dos nuevos amigos y parecía estar disfrutando cada momento junto a ellos.

Con el tiempo, Sofía y Martín comenzaron a coincidir en sus encuentros con Apolo en el parque. Se dieron cuenta de que tenían muchas cosas en común: ambos amaban los animales, les gustaba pasar tiempo al aire libre y tenían un gran corazón.

Un día, cuando estaban todos juntos en el parque jugando con Apolo, Martín tomó coraje y le propuso a Sofía salir en una cita juntos. Para sorpresa de Martín, Sofía aceptó emocionada. "¡Claro que sí! Será genial salir juntos" dijo Sofía sonriendo.

Desde ese día, Sofía y Martín empezaron a conocerse mejor mientras compartían momentos especiales paseando a Apolo por el pueblo. Su amor creció más fuerte cada día gracias al vínculo especial que habían formado gracias al cariñoso perro callejero.

Finalmente, decidieron adoptar oficialmente a Apolo como parte de su familia. Los tres eran inseparables y vivieron felices para siempre compartiendo aventuras juntos gracias al amor incondicional que les había enseñado su fiel amigo animal: Apolo.

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