El Amor de Aramy y Taki
En una hermosa aldea en medio de la selva, vivía una joven india llamada Aramy. Ella era conocida por su risa contagiosa y su habilidad para crear hermosas cerámicas. Sus padres, Mbarete y Ñasandy, siempre le decían:
"Aramy, el trabajo duro y el respeto a la tradición son lo más importante en nuestra vida."
Aramy respetaba a sus padres, pero había algo que la hacía soñar más allá de la aldea.
Un día, mientras recolectaba flores cerca del río, conoció a Taki, un joven indio de la misma tribu. A primera vista, se sintieron atraídos el uno por el otro. Taki era un duro guerrero que soñaba con ser el mejor cazador de la tribu.
"Hola, ¿te gustaría ayudarme a recoger algunas frutas?" - le preguntó Taki.
"Claro, me encantaría", respondió Aramy con una gran sonrisa.
Cada día se encontraban y sus corazones latían fuertes, pero había un problema. Sus padres tenían planes distintos para ellos. Mbarete quería que Aramy se casara con un joven comerciante de otra aldea, buscando una alianza entre tribus.
"Debes hacer lo que es mejor para la tribu, hija", le decía Mbarete.
Mientras tanto, Mbarete de Taki pretendía que su hijo se dedicara a la caza y evite distracciones.
"Eres un guerrero, no puedes perder el tiempo en cosas sentimentales."
Aramy y Taki sabían que su amor era imposible, pero cada encuentro fortalecía su vínculo.
"¿Y si escapamos?" - propuso Aramy un día, con una chispa de intriga en los ojos.
"¿A dónde iríamos?", preguntó Taki, con un leve olor a esperanza.
"A la montaña sagrada, donde nadie nos pueda encontrar."
Decidieron que al día siguiente, al amanecer, intentarían llegar a la montaña. Pero esa mañana, Aramy se encontró con su madre.
"¿Dónde vas, hija?" - la sorprendió Ñasandy, con mirada curiosa.
"Voy a... buscar flores en la montaña", mintió Aramy.
"Recuerda siempre regresar, hija, donde el amor es verdadero, hay siempre un camino de regreso. Si no, se vuelve un amor perdido".
Esa frase resonó en Aramy mientras se encontraba con Taki.
Al llegar a la montaña, la vista era impresionante. Pero al llegar a la cima, se dieron cuenta que no querían abandonarlo todo.
"No podemos escapar, Taki. Lo que sentimos es verdadero, pero debemos aprender a respetar a nuestras familias también".
Con esa reflexión, decidieron regresar, prometiendo encontrar una forma de demostrar su amor sin desobedecer a sus padres.
Poco a poco, Aramy mostró su habilidad con la cerámica en un evento tribal. Creó un hermoso jarrón con un diseño que simbolizaba su amor por Taki. Al mismo tiempo, Taki cazó un estofado rico y lo llevó al mismo evento.
En la cena tribal, Taki se levantó y habló.
"Quiero presentarles mi mejor captura y la creación de Aramy. ¡Deberíamos unificarnos!"
Los padres de Aramy y Taki no pudieron evitar sentirse orgullosos de sus talentos, y la tribu aplaudió sus esfuerzos.
Tras la cena, Mbarete y Ñasandy vieron el amor verdadero de sus hijos y decidieron darles una oportunidad.
"Si pueden colaborar en esto, quizás sea momento de que den un paso hacia adelante juntos", sugirió Ñasandy.
"Así es, el amor también puede unir a las familias", concordó Mbarete.
Desde entonces, Aramy y Taki trabajaron juntos, aprendiendo de sus tradiciones y construyendo un futuro donde sus sueños se unían. Su amor, que una vez pareció imposible, se convirtió en una bella celebración de la vida y la familia, enseñando a todos que el amor verdadero siempre encuentra el camino.
Y así, Aramy y Taki vivieron sus días, llenos de risas, colores y tradiciones, sabiendo que juntos podían superar cualquier obstáculo, siempre recordando la importancia de la unión entre el amor y el respeto.
FIN.