El amor de Eli y el gatito de ojos achinados



Eli era una niña muy especial, le encantaba jugar en el jardín y cuidar a los animales. Un día, mientras paseaba por el parque, encontró a un hermoso gatito de ojos achinados.

Se miraron fijamente y en ese momento, Eli supo que ese gatito era muy especial. Decidió llevarlo a su casa y lo nombró Tito. Juntos, Eli y Tito se convirtieron en inseparables. Jugaban, se cuidaban mutuamente y compartían cada momento del día.

Una tarde calurosa, Eli y Tito fueron a comer helado. Tito se relamía con entusiasmo su cono de helado, mientras Eli sonreía al verlo tan feliz.

Fue entonces, con sus mejillas llenas de helado, que Tito miró a los ojos a Eli y le dio un suave maullido. "Tito, eres el mejor gatito del mundo", dijo Eli, acariciando su suave pelaje. "Y tú eres la mejor amiga que un gatito podría desear", pensó Tito.

Esa noche, mientras Eli acariciaba a Tito antes de dormir, se le ocurrió una idea. "Tito, ¿te casarías conmigo?", le preguntó a su amigo felino. Tito solo ronroneó suavemente, como dándole su aprobación. Al día siguiente, Eli le contó a su mamá sobre su deseo de casarse con Tito.

Su mamá le explicó que los gatitos y las personas no se pueden casar, pero que podían prometerse amor y cuidado mutuo. Desde ese día, Eli prometió cuidar a Tito y amarlo por siempre, y Tito maulló en señal de aceptación.

Juntos, continuaron disfrutando de su hermosa amistad, compartiendo cada aventura con amor y comprensión.

FIN.

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