El Amor de Flor y Rayo
En un colorido jardín lleno de flores, vivía una hermosa flor llamada Florcita. Era grande, brillante y siempre sonreía al sol. Desde su lugar, soñaba con el día en que un gran rayo de luz la visitara. En el cielo, allá muy lejos, un Rayo llamado Rayo Azul miraba hacia el jardín y se maravillaba con la belleza de Florcita.
Un día, mientras Florcita disfrutaba del cálido sol,
"¡Oh, cómo me encantaría conversar con el Rayo Azul!", susurró, a lo que una mariposa que pasaba le respondió,
"Pero, Florcita, los rayos son solo luz, nunca pueden tocar a las flores".
"Eso no importa. Lo importante es que lo conozca", contestó Florcita con determinación.
Mientras tanto, Rayo Azul también soñaba con conocer a la flor de sus deseos. Un día decidió hacer un esfuerzo, y se destacó del cielo, dibujando un rayo brillante que atravesó las nubes. Así se acercó al jardín.
Cuando llegó, Florcita se llenó de alegría y gritó,
"¡Mirá, mariposa! ¡Es el Rayo Azul!"
Rayo Azul sonrió y dijo,
"Hola, hermosa Florcita. He viajado desde muy lejos para conocerte".
Los dos comenzaron a charlar y a compartir historias sobre sus mundos. Cada día, Rayo Azul iluminaba el jardín, pero había un problema. A medida que se acercaban, Florcita se daba cuenta de que un rayo no podía tocarla, y se sentía triste. Un día, bajo la luz de un atardecer resplandeciente, dijo,
"Rayo, me encanta hablar contigo, pero siempre tendré esta barrera entre nosotros. Nunca podré sentirte cerca".
Rayo Azul, triste también, respondió,
"Lo sé, Florcita. A veces quiero ayudar y protegerte, pero soy solo un rayo de luz."
Ambos se sintieron impotentes, pero decidieron no rendirse. Juntos pensaron en cómo podían estar más cerca. Rayo Azul ideó un plan con la ayuda de una nube amiga, que podía hacerse más grande y suave.
"Si me apoyas, puedo hacer que la nube te cubra y te lleve un poco más cerca de mí."
"¡Eso sería maravilloso!", dijo Florcita emocionada.
Al día siguiente, la nube se acercó hacia Florcita, haciéndose suave como un algodón de azúcar. Rayo Azul iluminó la nube, y lentamente, Florcita empezó a elevarse. Sin embargo, mientras se movía, comenzó a sentir miedo.
"¿Y si nunca regreso al suelo?", preguntó angustiada.
"Ten confianza, Florcita. Siempre podrás regresar", dijo Rayo Azul.
Pero cuando Florcita llegó un poco más alto, notó que la brisa la azotaba fuertemente. Se sintió mareada.
"¡Ayuda! No puedo aguantar más!", gritó.
Rayo Azul, viendo su angustia, iluminó el camino y le dijo,
"Regresa, Florcita. La verdadera belleza está en ser quienes somos, no en tratar de ser algo que no podemos".
Florcita comprendió que intentar estar donde no podía era un error. Así que descendió suavemente de la nube y volvió a su lugar en el jardín.
"Gracias, Rayo. Te quiero como eres, y aunque no podamos tocarnos, eres parte de mi vida".
"Y yo a ti, Florcita. Eres la luz de mi cielo", respondió Rayo Azul.
Desde entonces, Florcita y Rayo Azul siguieron disfrutando de su amistad, sabiendo que a veces el verdadero amor es ser feliz con la distancia. Y aunque nunca pudieron tocarse, se visitaban cada día, cada uno aportando su luz y belleza al mundo del otro, demostrando que el amor no siempre tiene que ser físico para ser verdadero.
Y así, en el jardín, Florcita siguió floreciendo y el Rayo Azul siguió brillando, haciendo del mundo un lugar más hermoso con su amistad, inspirando a todos los que pasaban a valorar el amor puro, aunque sea a distancia.
Coloridos días pasaron en el jardín, y siempre se escuchaban las risas de la mariposa y la melodía del viento, recordando a todos que el amor verdadero siempre encuentra una manera de brillar.
FIN.