El amor de Juan



Había una vez un gato llamado Juan, que vivía en una pequeña casa junto a su dueño. Un día, mientras paseaba por el vecindario, vio a la gatita más hermosa que jamás había visto.

Era la vecina de al lado y se llamaba Mia. Desde ese momento, Juan no podía dejar de pensar en Mia. Quería conocerla mejor y pasar tiempo juntos, pero había un problema: la mamá de Mia no quería que saliera de casa.

Un día, valientemente, Juan decidió acercarse a la ventana de Mia para hablar con ella. "¡Hola Mia! Soy Juan", dijo el gato enamorado desde el patio trasero.

Mia se asomó tímidamente y respondió: "¡Hola Juan! ¿Qué haces aquí?""Quería decirte que me gustas mucho y quiero cuidarte", dijo Juan con ternura. Mia sonrió y le respondió: "Yo también te quiero mucho, pero mi mamá dice que es peligroso salir".

Juan pensó rápidamente en cómo convencer a la mamá de Mia para poder estar juntos. Decidió pedir ayuda al perro del vecindario, Rocky. "- ¡Rocky! Necesito tu ayuda", le dijo emocionado Juan. "- Claro amigo gato, ¿en qué puedo ayudarte?", respondió Rocky amistosamente.

Juan explicó su situación y le pidió a Rocky que hablara con la mamá de Mia para demostrarle lo responsable que era él y lo mucho que se preocupaba por su hija felina.

Rocky fue corriendo hacia la puerta principal de la casa de Mia y comenzó a ladrar fuertemente para llamar la atención de la mamá. Al ver a Rocky, ella salió preocupada. "- ¡Hola! Soy Rocky, el perro vecino. Necesito hablar con usted", dijo con una sonrisa amigable.

La mamá de Mia se sorprendió y respondió: "¡Hola Rocky! ¿Qué te trae por aquí?"Rocky explicó que Juan era un gato muy responsable, cariñoso y que estaba dispuesto a cuidar de Mia en todo momento.

Le aseguró que no había nada de qué preocuparse si permitía que los dos gatos pasaran tiempo juntos. Después de escuchar las palabras sinceras de Rocky, la mamá de Mia decidió darle una oportunidad a Juan.

Permitió que saliera al patio trasero para encontrarse con él bajo su supervisión. Cuando Juan vio a Mia acercarse cautelosamente hacia él, sintió un cosquilleo en el estómago y su corazón latía más rápido.

"- Hola Mia, estoy tan feliz de verte", le dijo emocionado mientras movía su cola en señal de alegría. Mia se acercó lentamente y respondió tímidamente: "- Yo también estoy feliz de verte, Juan". A partir de ese día, Juan y Mia comenzaron a pasar tiempo juntos todos los días en el patio trasero.

Jugaban, exploraban el vecindario y se contaban historias divertidas sobre sus aventuras diarias. La mamá de Mia pudo ver lo felices que eran juntos y cómo se cuidaban mutuamente.

Comprendió que había tomado la decisión correcta al dejarlos estar cerca uno del otro. Con el paso del tiempo, Juan demostró ser un verdadero amigo para Mia. Siempre la protegía, la cuidaba y le enseñaba cosas nuevas sobre el mundo felino.

Juan y Mia se convirtieron en los mejores amigos del vecindario, y su amor demostró que cuando alguien se preocupa de verdad por otra persona o animalito, siempre es posible encontrar una solución para estar juntos y ser felices.

Y así, Juan y Mia vivieron muchas aventuras juntos, disfrutando de la vida con alegría y cariño.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!