El amor de Julieta
Julieta era una niña muy especial, tenía un corazón enorme y siempre quería estar cerca de su mamá y su papá.
A veces, se ponía triste cuando no podían cargarla en brazos todo el tiempo, pero nunca dejaba de amarlos. Lo que más le gustaba a Julieta era pasar tiempo con su hermano Santiago. Él era mayor que ella y siempre la hacía reír con sus ocurrencias.
Juntos jugaban a las escondidas, construían castillos de arena en la playa y se contaban secretos bajo las estrellas. Un día, mientras jugaban en el parque, Santiago se cayó de un árbol y se lastimó el brazo.
Julieta estaba muy preocupada por él y no quería dejarlo solo ni un segundo. Así que decidió ayudarlo en todo lo que pudiera para hacerlo sentir mejor. "¿Quieres que te traiga agua?" -le preguntaba Julieta. "Sí, gracias hermanita" -respondió Santiago con una sonrisa.
Julieta corrió hasta la fuente del parque y llenó un vaso con agua fresca para su hermano. Cuando regresó, lo encontró haciendo muecas divertidas para hacerla reír. "¡Mira Juli! Puedo mover los dedos como si fueran gusanitos" -dijo Santiago riendo.
"¡Eso es genial!" -contestó Julieta emocionada"Yo también puedo hacer algo así". Y entonces empezaron a jugar juntos otra vez, esta vez moviendo los dedos como gusanitos al mismo tiempo.
Los dos niños rieron tanto que olvidaron por completo el dolor del brazo de Santiago. Con el tiempo, Santiago se recuperó por completo gracias a los cuidados y el amor de Julieta.
Y aunque ella seguía queriendo estar a upa de sus papás, aprendió que también podía ser una gran compañera para su hermano. Julieta descubrió que no siempre era necesario estar cargada en brazos para sentirse amada y protegida. A veces, bastaba con tener cerca a las personas que más quería y hacerles saber cuánto los apreciaba.
Y así fue como Julieta aprendió la importancia del amor fraterno y la alegría de compartir momentos especiales con su hermano. Juntos, seguirían construyendo recuerdos inolvidables que siempre guardarían en sus corazones.
FIN.