El Amor de las Montañas



a sus habitantes, las plantas y los animales que vivían en sus faldas. La otra montaña se llamaba Rucu Pichincha, y era más joven y curiosa. A ella le encantaba explorar y descubrir nuevos rincones de la tierra mágica.

Un día, mientras Rucu Pichincha exploraba una parte desconocida de la tierra, escuchó un ruido extraño. Al acercarse, vio que era Taita Imbabura llorando. - ¿Qué te sucede, Taita Imbabura? - preguntó Rucu Pichincha preocupada.

Taita Imbabura le contó que se sentía muy triste al ver cómo los humanos estaban descuidando la tierra mágica. - El agua está contaminada y los árboles están siendo talados sin control.

No sé cómo ayudar a proteger este hermoso lugar - dijo Taita Imbabura con pesar. Rucu Pichincha, con su espíritu curioso y valiente, tuvo una idea. - Taita Imbabura, permíteme ayudarte. Creo que juntos podemos hacer algo maravilloso - dijo con determinación.

Entonces, Rucu Pichincha se puso en marcha y recorrió la tierra mágica buscando a todos los animales, plantas y seres mágicos que la habitaban. Les habló sobre la importancia de cuidar el lugar donde vivían y les pidió que se unieran para ayudar a Taita Imbabura.

Los habitantes de la tierra mágica, conmovidos por las palabras de Rucu Pichincha, se comprometieron a proteger y cuidar su hogar. Juntos, organizaron limpiezas, reforestaron las áreas dañadas y promovieron el uso responsable de los recursos naturales.

Poco a poco, la tierra mágica comenzó a recuperar su esplendor y vitalidad. Taita Imbabura se llenó de alegría al ver cómo todos trabajaban juntos para proteger el lugar que tanto amaban.

Desde ese día, las montañas Imbabura y Rucu Pichincha se convirtieron en guardianas y protectoras de la tierra mágica, inspirando a todos a cuidar y preservar la naturaleza. Y así, el amor y la unión entre las montañas y sus habitantes se convirtieron en un ejemplo para el mundo entero.

FIN.

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