El amor de Lola



Había una vez una abuela llamada Lola, que era conocida por su amor inmenso hacia su familia. Siempre se aseguraba de que todos estuvieran felices y unidos.

Tenía tres nietos: Martín, Sofía y Lucas, quienes eran muy traviesos pero adorables. Un día, Lola decidió organizar una gran fiesta en su casa para celebrar el cumpleaños de Martín. Quería que fuera un día especial lleno de risas, juegos y sobre todo, mucha comida deliciosa.

Lola pasó días preparando la comida favorita de cada uno de sus nietos. Para Martín hizo unas empanadas argentinas rellenas con carne jugosa y sabrosa.

A Sofía le preparó unos ricos ñoquis caseros con salsa de tomate fresca y queso derretido por encima. Y para Lucas hizo unas milanesas crujientes acompañadas de papas fritas doraditas. La casa estaba decorada con globos coloridos y había música alegre sonando en el fondo.

Los hermanos estaban emocionados por la fiesta y no podían esperar para disfrutar de la comida preparada con tanto amor por su abuela. Cuando llegaron los invitados, todos se divirtieron mucho jugando juegos tradicionales como "la silla musical" y "la carrera de sacos".

Hubo risas contagiosas e incluso algunos tropezones graciosos. Pero entonces ocurrió algo inesperado. Mientras todos estaban ocupados riendo y jugando, Lucas comenzó a sentirse mal del estómago. Se sentó en un rincón apartado mientras los demás continuaban disfrutando de la fiesta.

Lola, siempre atenta a las necesidades de sus nietos, se dio cuenta de que algo no estaba bien con Lucas. Se acercó a él con preocupación y le preguntó qué le pasaba. "Abuela, me duele mucho el estómago", dijo Lucas entre lágrimas.

Lola lo abrazó con ternura y decidió llevarlo a un lugar tranquilo para que pudiera descansar un poco. Martín y Sofía miraron preocupados mientras su abuela ayudaba a su hermano menor.

Mientras tanto, los invitados seguían disfrutando de la fiesta sin darse cuenta de lo que estaba sucediendo. Pero Lola sabía que debía resolver ese problema antes de continuar con la celebración. Después de unos minutos, Lola regresó sonriendo junto a Lucas.

Había encontrado una solución al problema del estómago dolorido de su nieto. Había preparado una infusión caliente de hierbas medicinales para calmar su malestar. Martín y Sofía se acercaron corriendo hacia ellos, preocupados por su hermanito.

Pero Lola les explicó que todo estaría bien y que solo necesitaban hacer una pequeña pausa en la fiesta para cuidar a Lucas. Los tres hermanos se sentaron juntos en un rincón tranquilo mientras tomaban sorbos de la infusión curativa preparada por Lola.

Poco a poco, el dolor comenzó a desaparecer y Lucas volvió a sonreír. "Gracias abuela", dijo Martín emocionado. "Eres la mejor del mundo. "Sofía asintió emocionada mientras sostenía la mano de su abuela. "Siempre sabes qué hacer para ayudarnos, abuela Lola.

"Lola sonrió con amor y les dio un fuerte abrazo. "Los amo más que a nada en el mundo. Siempre estaré aquí para cuidar de ustedes, mis queridos nietos.

"Después de un rato, Lucas se sintió lo suficientemente bien como para regresar a la fiesta. Los invitados estaban felices de verlo recuperado y todos continuaron disfrutando del día juntos. La fiesta fue un éxito gracias al amor incondicional de Lola y su capacidad para resolver problemas.

Los hermanos aprendieron la importancia de cuidarse mutuamente y apreciar el amor familiar.

Desde aquel día, cada vez que recordaban esa fiesta especial, Martín, Sofía y Lucas siempre sentían una gran gratitud hacia su abuela Lola por todo el amor que les había dado. Y sabían que nunca olvidarían la lección que les enseñó: el verdadero valor está en el amor y la preocupación por los demás.

FIN.

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