El amor en cada paso
Dilan y José eran dos amigos inseparables. Siempre jugaban juntos, se ayudaban mutuamente y compartían sus alegrías y tristezas.
Pero un día, mientras estaban en el parque, Dilan miró a su alrededor y preguntó:- José, ¿dónde está el amor? He oído hablar de él, pero no sé dónde encontrarlo. José frunció el ceño y pensó por un momento.
Luego sonrió y respondió:- Dilan, creo que el amor no es algo que puedas encontrar como si fuera un tesoro escondido. El amor está en todas partes, solo hay que saber cómo verlo. Dilan quedó sorprendido por la respuesta de José. No entendía muy bien lo que quería decirle su amigo.
- Pero José, ¿cómo puedo ver algo que no puedo tocar ni sentir? José se sentó en un banco del parque junto a Dilan y le explicó pacientemente:- El amor no se trata solo de cosas materiales o tangibles, Dilan.
El amor está en las pequeñas acciones diarias: en una sonrisa amable, en un abrazo reconfortante o incluso en una palabra amable para alguien que lo necesita. Dilan reflexionó sobre las palabras de su amigo y comenzaron a observar detenidamente todo lo que los rodeaba.
Vieron a una madre acariciando tiernamente la cabeza de su bebé mientras este reía felizmente. Vieron también a dos hermanos mayores ayudando a su hermana pequeña con sus deberes escolares. - ¡Mira! -exclamó Dilan emocionado-.
Ahí está el amor. José asintió con una sonrisa y agregó:- Exactamente, Dilan. El amor está en todas partes, solo hay que aprender a reconocerlo.
A partir de ese día, Dilan y José comenzaron a prestar más atención a las pequeñas cosas que sucedían a su alrededor. Vieron cómo un anciano ayudaba a cruzar la calle a una señora mayor, cómo un niño compartía su juguete favorito con otro niño y cómo dos amigos se apoyaban mutuamente en momentos difíciles.
Dilan y José se dieron cuenta de que el amor no solo estaba presente en los gestos grandes y espectaculares, sino también en los pequeños detalles de la vida cotidiana.
Un día, mientras caminaban por el parque nuevamente, Dilan vio algo muy especial. Un perrito abandonado estaba buscando comida entre la basura. Sin pensarlo dos veces, Dilan corrió hacia él y lo acarició con ternura. - José, este perrito necesita amor -dijo emocionado-.
Podemos adoptarlo y darle un hogar lleno de cariño. José sonrió orgulloso de su amigo y asintió con entusiasmo:- ¡Claro que sí! Ese es el verdadero espíritu del amor: ayudar y cuidar de aquellos que lo necesitan.
Desde ese día, Dilan y José adoptaron al perrito al que llamaron —"Amor" . Lo llevaron a casa donde le dieron todo el cariño que merecía. Amor se convirtió en parte de su familia y juntos vivieron muchas aventuras llenas de risas y felicidad.
Dilan aprendió gracias a José que el amor no se encuentra en un lugar específico, sino que está en todas partes, esperando a ser descubierto. El amor se encuentra en las acciones bondadosas y desinteresadas que realizamos cada día.
Y así, Dilan y José continuaron su camino juntos, compartiendo el amor con todos aquellos que encontraban en su vida. Porque ahora sabían que el verdadero amor no se busca, sino que se construye con pequeños gestos de bondad y generosidad.
FIN.