El Amor en el Bosque Encantado


Había una vez en un bosque encantado, un dios misterioso y poderoso que era conocido por su amor y protección hacia las serpientes blancas.

Este dios cuidaba de ellas con cariño y las ayudaba a prosperar en su hábitat natural. Un día, mientras el dios paseaba por el bosque, se encontró con una joven terrestre llamada Sofía. Ella estaba reagarrando flores silvestres y cantando alegremente.

El dios quedó cautivado por la belleza y la pureza de Sofía, algo que nunca antes había experimentado. El dios empezó a visitar a Sofía en secreto, observándola desde lejos para no asustarla con su presencia divina.

Se enamoró profundamente de ella, pero sabía que como ser terrenal, no podrían estar juntos debido a sus diferencias. Una noche estrellada, el dios decidió revelarse a Sofía. Brillando con luz propia, le confesó su amor y le explicó por qué no podían estar juntos.

Sofía se sintió abrumada por la presencia del dios, pero también emocionada por haber capturado el corazón de una entidad tan extraordinaria. "Sofía, mi amada joven terrestre -dijo el dios con voz serena-, nuestro amor es imposible debido a nuestras naturalezas diferentes.

Pero te prometo que siempre velaré por ti desde lejos. "Sofía comprendió la situación y aunque entristecida, aceptó la decisión del dios. Pasaron los días y las noches sin verse, pero ambos llevaban al otro en sus pensamientos constantemente.

Con el tiempo, Sofía comenzó a extrañar al dios cada vez más. Anhelaba volver a verlo aunque fuera solo una vez más. Mientras tanto, el dios anhelaba regresar junto a Sofía para sentir su cálida presencia nuevamente.

Un día soleado, cuando menos lo esperaban ambos se encontraron nuevamente en medio del bosque encantado. Sus ojos se iluminaron al reencontrarse después de tanto tiempo separados. "¡Dios mío! ¡Estás aquí!" -exclamó emocionada Sofía.

"Sí, mi amada Sofía -respondió el dios radiante-, he esperado pacientemente este momento. "Ambos se abrazaron con ternura y compartieron un momento único lleno de amor y complicidad.

Aunque sabían que debían despedirse nuevamente para seguir cada uno su camino particular; guardaron ese instante preciado en sus corazones para siempre. El paso del tiempo demostró que el verdadero amor puede superar cualquier barrera, incluso aquellas impuestas por la diferencia entre lo divino y lo terrenal.

El Dios Blanco continuó protegiendo a las serpientes blancas en honor al recuerdo de su encuentro especial con Sofía; quien aprendió que hay amores que trascienden lo físico y perduran eternamente en los rincones más profundos del alma.

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