El Amor en el Charco



Había una vez, en un reino lejano, una hermosa princesa llamada Lucía. Lucía era conocida por su bondad y generosidad, pero también era muy curiosa. Un día, mientras paseaba por el jardín del castillo, decidió aventurarse más allá de los límites del palacio para explorar un charco que había descubierto en el bosque cercano.

Al acercarse al charco, vio a un sapo de brillante color verde, posado sobre una hoja. El sapo la miró con unos ojos grandes y amables.

"Hola, princesa Lucía. Soy Tadeo, el sapo. ¿Por qué estás tan triste?" - preguntó el sapo, sorprendiéndola.

Lucía frunció el ceño. "No estoy triste, solo curiosa. ¿Qué haces aquí?"

"Estoy esperando a que alguien me quiera por lo que soy. La gente suele asustarse de mí porque soy un sapo, pero hay algo más detrás de mi apariencia. Soy un príncipe encantado." - respondió Tadeo, suspirando.

Intrigada por la historia del sapo, Lucía decidió pasar tiempo con él. Días pasaron y, cada vez que estaban juntos, Lucía se dio cuenta de que Tadeo era amable, divertido y muy inteligente. El sapo le contaba historias de su vida antes de ser encantado y la princesa sentía que nunca había tenido un amigo tan especial.

Un día, durante un paseo, Tadeo le confesó: "Si alguien me besa con amor sincero, romperá el hechizo y volveré a ser el príncipe que soy en verdad."

Lucía sintió una mezcla de emoción y nervios. Sabía que sentía algo profundo por Tadeo, pero también temía lo que podría pasar.

"Tadeo, yo... yo creo que te quiero. Pero... ¿y si no funciona?" - vaciló Lucía.

"No importa si no funciona. Lo más importante es que lo intentemos juntos. A veces, el amor viene en las formas más inesperadas." - respondió Tadeo con una sonrisa.

Lucía se armó de valor y, con el corazón latiendo con fuerza, se inclinaron hacia adelante y se dieron un beso lleno de cariño.

De repente, un destello brillante iluminó el bosque y, por un instante, el sapo desapareció. Cuando la luz se desvaneció, allí estaba Tadeo, transformado en un apuesto príncipe con cabello dorado y una risa contagiosa.

"¡Lo lograste, Lucía! ¡Soy libre!" - exclamó Tadeo.

"¡Es maravilloso!" - gritó Lucía, llena de alegría. Pero en su corazón había una duda. "¿Y ahora qué haremos?"

"Ahora, juntos podemos hacer que nuestro reino sea mejor. Hay mucho por hacer y nuestra amistad puede lograrlo." - sugirió Tadeo.

Lucía sonrió y tomó la mano de Tadeo. Juntos regresaron al castillo, donde contaron la historia de su amistad y cómo el amor verdadero había roto el hechizo. La gente del reino, al escuchar su relato, aprendió que la verdadera belleza radica en lo que hay en el corazón, no en lo que se ve por fuera.

A partir de ese día, Lucía y Tadeo trabajaron codo a codo para mejorar el reino. Organizaron actividades para los niños, plantaron árboles y ayudaron a los necesitados. La princesa se volvió aún más querida y respetada entre la gente, y el príncipe, ahora libre, se convirtió en el mejor amigo y aliado de Lucía.

Al final, el reino no solo prosperó, sino que también aprendió sobre la importancia de ver más allá de las apariencias. Lucía y Tadeo siempre recordaron que el amor sincero puede romper cualquier barrera y que la verdadera amistad es un tesoro invaluable.

Y así, la princesa y el príncipe vivieron muchas aventuras y juntos hicieron del reino un lugar mejor, siendo siempre un ejemplo de amor y amistad para todos.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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