El amor en el jardín encantado
En un hermoso jardín mágico, lleno de colores brillantes y flores que hablaban, vivía un pavo real llamado Pablo. Pablo era tan majestuoso que su plumaje brillaba como un arcoíris bajo el sol. Todos los animales del jardín admiraban su belleza, pero Pablo se sentía solo, pues deseaba encontrar a alguien con quien compartir su alegría.
Un día, mientras Pablo mostraba sus plumas en un claro del jardín, vio algo que le llamó la atención. Era un pequeño conejo blanco llamado Roco, que salía de su escondite entre las flores. Roco era pequeño, curioso y con unas orejas largas que se movían al compás de su emoción.
- “¡Hola! ¿Qué tal? Soy Pablo, el pavo real”, dijo Pablo con una voz melodiosa.
- “¡Hola! Soy Roco, el conejo blanco. Nunca había visto a un pavo real tan hermoso”, respondió Roco, deslumbrado.
Desde ese día, Pablo y Roco comenzaron a pasar tiempo juntos. Roco mostraba a Pablo los rincones más escondidos del jardín y le contaba historias de sus aventuras. Pablo, a cambio, enseñaba a Roco a disfrutar de la belleza de la vida y a observar todo desde alturas insospechadas.
Sin embargo, un día, una sombra oscura se cernió sobre su amistad. Apareció un búho llamado Ovelio, conocido por ser un poco gruñón y celoso. Ovelio estaba sumamente molesto porque, según él, ningún animal debía ser tan feliz en su jardín.
- “¿Qué hacen ustedes dos? Eso no puede ser. ¡Los amigos no deberían estar juntos! ¡Son demasiado diferentes! ”, gritó Ovelio con su voz profunda.
Pablo se sintió triste, pero Roco no perdió la esperanza. "Oye, Pablo, no debemos dejar que Ovelio nos afecte. Cada uno es hermoso a su manera. La amistad no conoce de diferencias."
- “Tenés razón, Roco. La belleza está en lo que somos y en lo que compartimos. ¡Sigamos disfrutando nuestro tiempo juntos! ”, dijo Pablo con determinación. Así, decidieron organizar un gran festival en el jardín para mostrar a todos los animales que la diversidad era lo que hacía especial al lugar.
Con plan en mano, Roco y Pablo invitaron a todos los animales: las ardillas, los ciervos, las mariposas, e incluso a Ovelio. El día del festival, el jardín se llenó de luces, cantos y risas. Pablo deslumbró a todos con su magnífico plumaje mientras Roco hizo reír a todos con sus travesuras.
Al final del día, Ovelio se dio cuenta de que su actitud había encubierto su propia tristeza. Se acercó a Pablo y Roco y, con voz temblorosa, dijo: - “Lo siento, amigos. He estado encerrado en mi tristeza y no supe ver lo que ustedes tenían. Me gustaría ser parte de esto también.”
Pablo y Roco, con gran alegría, le extendieron una invitación para unirse a ellos. - “Claro que sí, Ovelio. Todos somos bienvenidos en el jardín. La amistad puede ser colorida como mis plumas y suave como el pelo de Roco”, exclamó Pablo.
Desde aquel día, el jardín mágico ya no fue sólo un lugar de belleza, sino también un refugio donde todos los animales aprendieron que lo diferente no es malo, sino que suma a la riqueza de la vida. Con Ovelio ahora como amigo, Pablo y Roco continuaron explorando y viviendo aventuras, enseñando a los demás el verdadero valor de la amistad y la aceptación. Y así, el jardín encantado nunca dejó de brillar gracias al amor que estaba en el aire, entre un pavo real majestuoso y un conejo blanco, que enseñaron a todos que el amor verdadero se encuentra en las diferencias y en compartir momentos únicos. Fin.
FIN.