El amor en El Paraíso


Era una soleada mañana de primavera en la granja "El Paraíso". Los pájaros cantaban alegremente mientras Esaú, un niño de 8 años con cabellos rizados y ojos brillantes, corría por el jardín.

Aunque no era su hogar biológico, Esaú se sentía amado y protegido por su familia adoptiva. Un día, mientras jugaba cerca del granero, Esaú encontró un pequeño cachorro abandonado. El perrito estaba asustado y temblaba de frío.

Sin pensarlo dos veces, Esaú lo tomó en sus brazos y corrió hacia la casa. Al llegar a la cocina, Esaú llamó a su mamá adoptiva, quien rápidamente vino a ver qué había ocurrido. - Mamá ¡mira lo que encontré! Un perrito abandonado.

¿Podemos quedárnoslo? - exclamó emocionado Esaú. Su mamá sonrió dulcemente y acarició al cachorro. - Claro que sí, cariño. Pero recuerda que tener una mascota es una responsabilidad grande. Tendremos que cuidarlo juntos - respondió su mamá con ternura.

Esa noche toda la familia se reunió para decidir el nombre del nuevo miembro de la familia. Después de muchas ideas divertidas y risas contagiosas, finalmente llegaron a un acuerdo: el perrito sería llamado —"Chispita" .

Los días pasaron y Chispita se convirtió en el mejor amigo de Esaú. Juntos exploraban los campos, jugaban en el jardín y compartían secretos bajo las estrellas. Chispita era el confidente que Esaú necesitaba, siempre dispuesto a escuchar y brindarle consuelo.

Sin embargo, un día todo cambió cuando una fuerte tormenta azotó la granja. Los vientos soplaban con fuerza y la lluvia caía sin piedad.

Esaú estaba preocupado por Chispita, quien se había asustado tanto que se había escondido en algún lugar de la casa. Esa noche, mientras el viento silbaba fuera de su ventana, Esaú decidió buscar a su amigo animal sin importar los riesgos que pudiera enfrentar.

- Mamá, papá, ¡Chispita está perdido! Tengo que encontrarlo - dijo Esaú con determinación en sus ojos. Sus padres comprendieron lo importante que era para Esaú encontrar a Chispita y decidieron ayudarlo. Juntos recorrieron cada rincón de la casa hasta que finalmente encontraron al pequeño perrito temblando debajo de la cama.

Con mucho cuidado y amor, Esaú tomó a Chispita entre sus brazos y lo acurrucó contra su pecho. El calor del abrazo tranquilizó al cachorro mientras las lágrimas de felicidad caían por las mejillas de Esaú.

Desde ese día, Esaú supo cuánto amor tenía en su familia adoptiva. No solo habían estado allí para él desde el principio, sino que también estaban dispuestos a hacer cualquier cosa para asegurarse de que siempre estuviera seguro y feliz.

La experiencia hizo entender a todos en "El Paraíso" lo valioso que es expresar el amor hacia los demás.

A partir de ese día, cada miembro de la familia adoptiva se comprometió a decir "te quiero" todos los días y demostrar su amor a través de pequeños gestos. Esaú aprendió que el amor no tiene límites ni barreras.

No importa si eres adoptado o no, lo importante es saber que siempre habrá personas dispuestas a amarte y cuidarte como parte de su familia. Y así, Esaú creció rodeado de amor y cariño en la granja "El Paraíso", sabiendo que era un niño especial con una historia única llena de aventuras y corazones rebosantes de amor.

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